Ayer tuve la oportunidad de ir con mi hija a una residencia, intentando explicar lo que era eso, la niña me miraba como buscando una explicación, llevo toda la mañana intentando buscar algo gracioso a todo aquello y sencillamente no me sale, como explicar lo que hacemos en esta sociedad tan moderna donde todo lo que es viejo y estropea nuestra calidad de vida, es aparcado como si no valiera.
Allí estaban esos ancianitos, sentados todos en sus sillas, sin dar ningún jaleo, enchufados a la televisión, como único entretenimiento, después de toda la vida que han llevado.
- Papa, que hacen aquí, estas personas.
Acercándome a su oído, para que nadie nos escuchara, le respondí, con un vacio en mi estomago.
- Morir.
Acaso no aparcamos todas sus vivencias, en esas casas, donde no tienen a su lado a las personas con las que han compartido toda una vida.
Después estuvimos merendando juntos mientras mi mujer se iba con mi hijo a comprar, saque otra vez el mismo tema de conversación, y la verdad es que seguía sin poder explicar lo que habíamos visto, mi niña otra vez me volvió a abrir los ojos.
- Pero papa, tu de verdad quieres ir allí.
- Hombre A. todavía no lo he pensado pero todavía nos queda mucho para eso no crees.
- si pero papa, tú tienes que ser muy divertido de mayor, con todas las cosas que se te ocurren estaría todo el día regañándote.
- Así que insinúas que malcriaría a tus niños, les enseñaría todo lo que te enseñado, y estaría siempre jugando con ellos.
- Sería una lástima que tuvieras que meterte en ese sitio, no crees.
Nuevamente mi niña me lleva al mundo real, todo un aprendizaje al lado suyo.
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