20 marzo, 2016

Me olvidé de respirar

Respiro entrecortadamente encerrado en este cuerpo,  que se olvidó  de respirar.
Habro la ventana de nuestra habitación y saco la cabeza afuera para ver si mi nariz se cuela entre los árboles secos, que de tanto cortarlos perdieron las ganas de crecer.
  Por mas que me esfuerzo, el olor a mañana recien puesta no me llega.
  ¿Muerto, estaré muerto¿, más el oxígeno entra en mi cuerpo y mis ojos miran hacia uno y otro lado incesantemente.
  Recorro el corto espacio que hay entre mi habitación y el resto del mundo que se ve enfrente y nada de nada, ningún olor me llega.
  Ya no huele la peste de la incineradora de Valdevernardo que enturbia con sus olores el aire contaminado de la mañana, sin dejar que otros olores se apoderen de este momento de las 5 de la mañana.
  Ya no huelo los tubos de escape de esos coches de gasoil que colorean mi ciudad de un tono gris ceniza y con ese color se lleva el tono azul cielo que debería de tener esta mañana.
  Ese gris que sin darnos cuenta se está metiendo en nuestros corazones y en nuestra forma de vivir.
  Cierro los ojos para volver a mi Océano y recuerdo como volver a oler y a respirar, mi cuerpo se llena de ese momento y de arena entre los dedos descalzos. ¡ Corre que te pillo,  corre que te alcanzo!,  sigo con la nariz impregnada en amaneceres azules y dorados.
  Pero justo cuando andaba volando,  una gris paloma me ha cagado y cierro la ventana de un portazo.
  Sigo sin oler a nada dentro de mi cuarto, mientras mi mujer un beso me ha dado.
  No le digo nada de mi falta de olfato y paso con ella un rato “hablando “,  después me pongo con el desayuno y sin querer las tostadas se han quemado,  (¡Claro,  como carezco de olfato!).
  Toñi, me vuelve a dar un beso,  y estoy seguro que se ha echado esa colonia que le gusta tanto,  pero nada me ha llegado.
  Desayuno monocolor y monocromático, ¿Estaré de nuevo soñando¿,  cierro los ojos y ese intervalo,  algo Toñi a preguntado,  sigo pensando que algo raro ha pasado
  Desayuno.  los niños. me voy a trabajar

  Salgo de nuevo a la calle a luchar,  pero esta vez es diferente, es como otro despertar,  abro la ventana de mi furgoneta para dejar el aire pasar,  sabiendo que no huelo na de na,  me toca esperar detrás de un autobús y ¡Toma ya!, una nube toxica me ha soltado,  pero esta vez sonrió,  después de aspirarla.
  Me pongo los ACDC para animar esta mañana y recorro la avenida de los árboles cortados (No vaya a ser que se caiga alguna rama),  al no oler nada sonrio,  aunque aún me falte tener el cielo mas limpio. Los niños no se creen que la nube de contaminación llegue a tapar la montaña nevada, de que los gorriones (los pocos que quedan) tengan las plumas de un precioso gris amargo, de que cuando esté conduciendo por la M45, se metan por mi cuerpo múltiples nubes con sabor y olor extrañas, que dejan residuos a su paso (¿Serán cancerígenos,  o algo más malvado ¿),  solo el tiempo nos dará la respuesta a lo preguntado.
  Mas en este día tan señalado, solo me fijo en los colores y en lo serios que estan los señores, ¿Será por que desde Madrid,  ya no se ven los colores del cielo,  esos tonos tan azulados ¿,  respiro muy fuerte,  aun a sabiendas que es aire contaminado.
 Una sonrisa se me escapa,  al saber que esta mañana podré tener la ventana todo el día bajada.

  Me acuerdo de mis niños en el colegio de Vallekas,  tan cerca de Valdevernardo y me entran unas ganas terribles de recojerlos ahorita mismo y llevármelos muy lejos, tan tan lejos, hasta dejar atras ese cielo gris plateado,  donde el suelo huela a hierba recien cortada y la mañana tenga olor a brisa  Oceánica. Donde  vuelvan mis ganas de respirar y deje atrás esta incertidumbre de que si el cancer de mi se apoderarà.

  Vuelvo a casa sin olor a nada, agarro la ropa y descolocada la echo en el maletero,  pues cuando recoja a mis niños,  ya tendré tiempo de colocarla.
  Con los niños en la furgoneta,  llamo a Toñi y paso a buscarla, ya le explicaré por el camino mis ganas de libertad y de buscar por nuestros hijos otro Mundo más limpio y que huela a Vida de verdad.
  Los cuatro en la furgoneta,  hasta el infinito y mas alla,  pues esta vida que vivimos se me hace difícil de soportar.
  Y aquí acaba esta historia,  donde una mañana deje de oler,  pero no de respirar.

José Pedro Porras Cano.