16 diciembre, 2014

PASOS.




Pasos quejumbrosos.
Quejumbrosos pasos.
Pasos malolientes
Malévolos Hirientes.

Hirientes en su mismo pasó.
Sangrantes y finales.
Pasos que nos llevan a una muerte inminente
Silenciosos y distantes

Frío.

¡Qué fría esta la noche blanca!
Baldosines estrellados,
Desechos bajo mis pies desnudos
¡Qué fría esta la noche parda!

Amante de mentiras y de luciérnagas apagadas
El miedo entró en mi alma.
Dentelladas atronadoras
Secas y devastadas

Con olor a carne putrefacta
¡Qué fría esta la noche parda!
Arrastro mis cansados pies
Es Ella quien me llama.

Marcho.

En silencio oigo tus dentelladas
¡Que fría esta la noche Blanca!
Ella espera con calma.
¿Está esperando mi Dama?

Sonríe y a dentelladas.
Arrastro mis pies a una muerte parda.
¡Qué fría esta la noche!
¡Qué fría está esta mi Alma!


José Pedro Porras.

10 diciembre, 2014

HISTORIAS ADOLESCENTES





 La muerte de Dalia fue el momento más horrendo que había sufrido Javier, desde aquel instante en que llamó su padre, dándole la triste noticia. (Había muerto, la habían atropellado un borracho en la carretera)
 Vagaba distante desde el instituto hasta casa y desde casa al instituto.
  Hubiera sido más fácil haber muerto con ella, después de todos aquellos meses de pasión, donde descubrieron juntos la sabiduría del amor.
  Dalia, su dulce Dalia.

  Vinieron las vacaciones y para nada necesitaba desprenderse de aquel mundo, que tanto le recordaba a ella. Pero su madre insistió una y otra vez en que renovara aires y se fuera lejos,
 “– Seguro que asi se iría la pena”.
  Galicia, hacia tanto tiempo que no pisaba esa tierra, que hasta el olor limpio se le hacía extraño.
-      Pero Javier, pasa, pasa. (Le dijo su abuela Martica, escondida detrás de unas gafas gordas de culo de vaso).
-      Hola abuela.
-      Hola abuela y eso es todo. Anda tontorrón dame un buen abrazo, como cuando eras un chiquillo.
-      Lo dejamos para…
  Pero un gran tortazo le hizo entrar en vereda y dio de bruces en las amplias tetas de su abuela Martica, la cual no se despego de él, dándole mil y una carantoñas.
-      ¡Quieta abuela, quieta!
-      Nunca es suficiente para saludar a mi nietecito.
-      No me encuentro muy bien.
-      Ya sé, ya sé, me lo contó tu madre.
-      ¿Y tú que vas a saber?
-      Más que tu cabezón.

                                                             Capitulo 2.
-      Mira Javier te voy a contar una historia
-      No estoy para historias.
-      Pues como no nos contemos historias, no vas a poder hacer gran cosa
-      Me conecto con el face y ya está
-      Prueba, prueba haber si a ti te funciona.
-      Pero abuela no me diga que todavía no han arreglado la cobertura en este pueblo.
-      Ni falta que hace.
-      ¿Y la tele?
-      La tele no cuenta historias, solo atonta y adormece. No hay tele.
-      Pero si la tiene ahí enfrente.
-      Pusieron eso nuevo del Tdt y ahí se quedó.
-      Ahí se quedaron ustedes en la época de cromañón.
-      Si pero contando historias.
  Javier no se lo podía creer, en pleno 2014 e incomunicado, esta se la iba a pagar su madre, vaya que se la iba a pagar.

                                  Pues bien, te voy a contar una historia:

Mordían las olas los viejos pies
Aquellos pies que tanto y tanto habían caminado
En busca del aquel amor.

Ella 18 años
El tan solo 21

Nada que ofrecer, más que unos brazos que hacerse a la mar.
Nada más que una vida que compartir con ella.

Sus cabellos bailaban esa tarde con el viento
Mientras las olas golpeaban su vieja barca.
-      Te quiero
-      Yo también te quiero.
El Sol se ocultaba detrás del inmenso Océano
Mientras cabalgaban como dos enamorados
Agarrado a su frágil mano.

La oscuridad se hizo dueña de aquel momento.
El cogió la mano de ella.
Y las Estrellas fueron testigo mudo de aquel cuento.

Amor, se amaron locamente.
Amor, se amaron eternamente

Pero el Océano envidioso de aquella pasión, se embraveció
Las olas querían apagar aquella ternura en que los dos se fundieron en uno
-      No te sueltes del mástil, agárrate fuerte.
-      No me soltare, nunca me soltare.
                          Una y otra vez las olas golpearon su barquichuela,
Que danzaba al compas de una muerte predicha.
El salió despedido de su barca
Y ella, que se encontraba amarrada al mástil, se hundió.

-      ¡No me olvides!
-      Nunca te olvidaré.

Se quedo el Mundo tan pequeño como un grano de sal, como un pequeño cangrejito que muere aplastado por pescador descuidado.
La locura, se apoderó del corazón de aquel muchacho y cada mañana gritaba su nombre, como si así consiguiera que el Mar se la fuera a devolver.
Tanto gritó que se quedo ronco.
Tanto pronuncio su nombre, que hasta las gaviotas sabían decirlo.
Tanto lloro, que el mar le iba prestando sus lágrimas
Tantas lágrimas soltó, que se volvió agua.
Tan ronca se quedó su garganta,
Que su voz se volvió piedra.
Tantas veces se revolcó por la arena, mirando al cielo y buscando un porqué.
Que un buen día, vino el Mar y se lo llevó
Y allí en el fondo del inmenso Océano,
Se encontraron los dos amantes para siempre.

                                                       Capitulo 3

-      Muy bonito, abuela. ¿Y cómo se llamaba ella?
-      Ponle tú el nombre que quieras.
-      No me lo vas a decir.
-      Pues no Javier, acaso es importante, acaso eres la única persona sobre la Tierra que ha perdido a una persona amada.
-      ¡Tú no sabes lo que estoy sufriendo!
-      ¿Acaso lo sabes tú?

  Javier se levantó de la mesa y salió corriendo, Martica fue a levantarse, pero la dichosa artrosis, no le dejó moverse.
-      ¿Voy tras él?, “ Le dijo su marido, Enrique”
-      No, déjale que llore, falta le hace.
Javier desapareció, se hizo con el viento.
Solo llevaba el nombre de su amor en los labios.
Dalia
Dalia
Mi dulce Dalia.
Inco sus rodilla en la arena de la playa.
El frio de aquella noche ni lo sentía.
Lloró, y se acordó de la historia de su abuela.
Lloró y a cada lágrima volvía a sentir
Su pelo
Sus caricias.
Sus besos.
Dalia, su dulce Dalia
Lloro y tan amargas fueron sus lágrimas,
Que parecía que el Mar se incrustaba en sus ojos.
Pensó en los ojos de Dalia,
Tanta tristeza, no podía ser posible.
Se tumbo sobre la negra arena
Fría arena nocturna que se metió por todo su cuerpo.
Frio no sentía.
La brisa del mar, acaricio su cara acostada
Y durmió.
El sueño se apoderó de su cuerpo, de su alma, de su ser.
Volvió a soñar con ella y como el viento se enredaba con su pelo
Volvió a pasear por el parque de la mano.
Volvió a amarla una y mil veces, en el asiento de su coche.
Sintió las olas que juntos los mecían.
Dalia, estiro la mano y le señaló el firmamento
Dalia le pidió, que por favor la dejara marchar.
Javier quería seguir agarrado a su mano.
Vio los ojos verdes de Dalia, suplicándole,
-      Déjame marchar.
-      Nunca.
-      No ves que morí.
-      Para mí nunca abras muerto.
-      Déjame marchar, mi amor.
-      Dalia, mi Dalia. ¡Qué muerto, estoy sin ti!
-      Me hubiera gustado estar unida a ti toda la vida, pero llegó mi final.
-      ¡No quiero!
-      No puedes seguir mi camino.
-      Mi camino está en ti
-      Marcho, llegó mi hora
-      Te amaré por siempre.
-      Lo sé.

Dalia, se hizó en el firmamento y sin mirar hacia atrás se fue
Frio quedo Javier, casi hundido en la arena del mar.
Mientras su alma se rompía en mil pedazos.
Agarro fuertemente su destino, intentándose librar de él.
Pero la vida, le trajo de un golpe a esa playa, donde Javier se despidió de su amor.
Miró a sus pies y entre nublado por la tristeza, desenterró una caracola.

                                                        Capitulo 4

En la oscuridad de la noche sonaban unas voces, las cuales le devolvieron a la realidad.
-      ¡Pero, Javier!, ¿Dónde te habías metido? “ Le dijo Enrique”
-      Buscando a Dalia.
-      ¿La encontraste?
-      La encontré.
  Sin percatarse del terrible dolor que le estaba produciendo aquella caracola apretada contra su mano.
-      La vas a romper.
-      ¿El qué?
-      Pues eso que tienes entre las manos.
-      ¡ Ay va! ¿Y esto que es?
-      Pues una caracola, y de las que suenan. Sopla haber lo que te dice.
  Javier se llevo la caracola a sus secos labio y sopló con toda la fuerza que llevaba en sus pulmones y no vas a creerlo, del interior de aquella caracola, solo un sonido salió.
                                                          Dalia.

  Javier se la guardó entre las manos y la guardó en una cajita de madera que le hizo su abuelo Enrique.
  Cada vez que pensaba en ella, la hacía sonar y su canto melancólico le ayudaba a llevar el día a día.
Paso el tiempo y cada vez la hacía menos falta.
Nunca olvidó a su amor.
Nunca se separo de aquella caracola
Conoció a otra muchacha y de ella se enamoró
No sabemos cómo, la caracola desapareció
Pero un buen día, mientras su nieto andaba en las cosas de su abuelo,
Apareció.
Soplo fuertemente y solo una nota salió.
Dalia.


                                      José Pedro Porras.

 Cada vez que necesites haz sonar la caracola que llevamos en el corazón, aquella que siempre nos recordará a nuestro primer amor.

 








08 diciembre, 2014

VALIENTE ESTE NUEVO PAPA.




 Mi opinión:

Otra vez Jesús cerrará los ojos y llorará por la vergüenza de los representantes de su Palabra en la Tierra.
Forrados hasta las cejas y más gordos que los pavos de pascua. Seguramente este Papa dure bien poco, pero está intentando mantener los destartalados pilares de la Iglesia en pie.
  Entre pedófilos, viciosos, adúlteros, personas sin escrúpulos, mafiosos y demás vicios que el Diablo les ha dado, y encima se creen representantes de Jesús, de su Voz echa realidad, de la necesidad de un pueblo de creer en El, no en esta pandilla de degenerados que se lo han sabido montar a consta del más necesitado, del más pobre, del que más esfuerzo hace para entender su Palabra y seguir sus enseñanzas y encima va y sale el articulo donde nos informan de que tienen el Banco más poderoso del Mundo y encima no saben de dónde ha salido tanto dinero.
¿Se lo habrán robado al Pobre?

Comentarios:

Y el evangelio declara que la vida eterna es la recompensa dada a los que valoraron la vida; a los que alimentaron al hambriento, dieron a beber al sediento, hospedaron al extraño, cubrieron al desnudo y visitaron al enfermo y al encarcelado; a los que llegaron a identificarse con el reino de Dios y obran unidos con él en los asuntos humanos. El desobedecer este mandato bíblico constituye una negación de la fidelidad al reino y a su Rey

La simpatía de Jesús por los pobres se demuestra vez tras vez en el Nuevo Testamento. Cierta vez, Jesús contó la historia de un hombre rico que creía estar en crisis por falta de graneros para sus cosechas. La pregunta que se hacía dejaba entrever su gran ansiedad: “¿Qué haré, porque no tengo donde guardar mis frutos?” (Lucas 12:17). Este hombre próspero, que contemplaba la posibilidad de construir graneros más grandes para almacenar su abundante cosecha, demostraba al mismo tiempo su insensibilidad hacia las necesidades de los pobres. Sin embargo, Jesús señala la verdadera causa de la crisis en su vida: el egoísmo y la avaricia, pues podría haber solucionado sus problemas reconociendo su deber hacia los pobres. Debía aprender la lección que Jesús enseñaba con mucha claridad: que somos bendecidos para ser una bendición para otros y que es un privilegio servir a los demás. Jesús llamó a este hombre un necio y enseñó que la verdadera sabiduría se haya en ayudar a los necesitados.

Artículo:

El Mayor Banco del Mundo

No uno, ni dos, ni tres... El Vaticano ha descubierto “cientos de millones de euros escondidos en cuentas de distintos departamentos” y en su banco, el siempre polémico Instituto para las Obras de Religión (IOR). La revelación no procede de un nuevo infiltrado al estilo de Paolo Gabriele, aquel secretario infiel de Benedicto XVI que a mediados de 2012 puso al descubierto los grandes trapos sucios del pequeño Estado, sino del mismísimo cardenal australiano George Pell, prefecto de la secretaría de Economía de la Santa Sede. El también arzobispo de Sídney no aclara de qué forma el IOR, que en junio ya había cancelado 3.000 cuentas sospechosas, ha regularizado tal fortuna ni la forma ni el motivo por el que sus propietarios se habían sustraído hasta ahora al control del Vaticano.

Según relata el ministro de finanzas vaticano en una entrevista concedida al semanario británico Catholic Herald, cuando por orden del papa Francisco empezó a hacer zafarrancho en el IOR descubrió que, en contra de lo que en un principio se temía, el banco no estaba en peligro de bancarrota. “De hecho”, explica el arzobispo de Sídney, “hemos descubierto que las cuentas están mucho más sanas de lo que parecía, y esto es porque algunos cientos de millones de euros habían sido escondidos en cuentas particulares que no habían aparecido en el balance”.

MÁS INFORMACIÓN

Un papa que trine y no que truene “La Iglesia ha hecho la vista gorda ante la Mafia “El Banco Vaticano adelgaza para servir “solo a la Iglesia “El Papa somete al banco vaticano a una ley de control y transparencia

Aunque Pell admite que, durante décadas, personajes “sin escrúpulos” se han beneficiado de la “ingenuidad financiera” del Vaticano para blanquear dinero sucio, la explicación que ofrece del sorprendente hallazgo es otra, aunque tampoco demasiado inocente: “Las congregaciones, los consejos pontificios y especialmente la Secretaría de Estado se han beneficiado y han defendido su independencia. Los problemas se discutían en casa… y eran muy pocos los que sentían la tentación de decir al mundo lo que estaba pasando, a excepción de cuando necesitaban ayuda”.

Traducido al lenguaje del Borgo Pío, el barrio anexo al Vaticano donde los cardenales solían darse a la buena mesa hasta que Francisco instauró el menú del día, vienen a significar dos cuestiones igualmente graves. La primera es que las distintas familias de la Iglesia son más celosas del secreto bancario que del de confesión. Solo ahora y a regañadientes, ante la amenaza cierta de Francisco de llamar a los guardias, han tenido que sacar a la luz sus respectivas —y en algunos casos muy bien nutridas— cuentas corrientes.

No hay que olvidar que una de las primeras medidas de Jorge Mario Bergoglio fue la de impulsar la limpieza de las casi por definición oscuras finanzas del Vaticano. Según Francisco, el IOR no solo tenía que adecuarse a los requisitos internacionales de transparencia, sino enfocar su actividad hacia la directriz de su pontificado: “Una Iglesia pobre y para los pobres”. Y, como remacha el cardenal Pell en su entrevista, “una Iglesia para los pobres no debería estar mal gestionada”.

La segunda cuestión no es menos llamativa, sobre todo por ser el máximo responsable de las finanzas vaticanas el que la admite. “La Curia seguía modelos consolidados del pasado. De la misma forma que los reyes permitían mano libre a sus gobernantes regionales, príncipes o gobernadores con tal de que los libros de cuentas estuvieran en equilibrio, así hacían los papas con los cardenales de la Curia (y como hacen todavía los obispos diocesanos)”. Un desbarajuste que algunos, como el ya célebre monseñor Nuncio Scarano, detenido en junio de 2013 por blanqueo de capitales, supieron aprovechar muy bien.

De ahí que el Papa creara a principios de este año la Secretaría de Economía, cuyo primer objetivo era fiscalizar y reordenar todas las actividades económicas de la Santa Sede y el Estado de la ciudad del Vaticano. A Pell, uno de los ocho cardenales que en principio —más tarde se uniría el secretario de Estado, Pietro Parolin— conformaron el llamado G-8 para reformar el gobierno de la Iglesia, le tocó encargarse de las finanzas. Y una de las primeras cosas que concitaron su atención —un australiano en Roma— fue que un simple mayordomo, Paolo Gabriele, “pudiese disfrutar de pleno acceso durante años a información tan sensible” que desencadenó un escándalo de la magnitud de Vatileaks. El cardenal Pell está convencido de que los tiempos oscuros han pasado y que la situación financiera del Vaticano, a pesar de los 24 millones de déficit, ya es la propia “de un Estado del siglo XXI”.

  Una Pena y una vergüenza.
  Luego con estas cosas, ¿Cómo les voy a enseñar a mis hijos La Palabra de Dios?


     José Pedro Porras.

UN BESO




Un beso
Un tímido beso
Fugaz.
Salpicado de alegría
Perfumado en ti.

Esos besos robados
Esos besos de enamorado
Despertinos besos
Lascivos besos

Besos llenos de lágrimas
Besos que callan palabras
Besos tan llenos de ti
Resquebrajada alma.

Besos bajo la lluvia
Besos llenos de susurros.
Besos que saben a recuerdos
Besos despectivos

Arañe un minuto para depositar en ti
El último de mis besos
Y tú abriste tus labios
Sintiendo aquel final.

Después la nada
Y tú saliva salada en mí.
Muerto, que más quiero
Muero lejos de ti.


José Pedro Porras



04 diciembre, 2014

NECESIDAD DE VIVIR

  Esta historia que hoy 4 de Diciembre del 2014 cuento es una historia verídica, contada atraves del móvil, una historia dura y verdadera.
  Hay que saber escuchar y entender a las personas que nos rodean aunque sin criticar, pues no sabemos si nos encontráramos en el pellejo de esta persona ¿Qué es lo que haríamos?
  Desde este medio, quiero darle un fuerte abrazo y un par de besos y decirle que siempre puede contar conmigo, con el pesado de su amigo José Pedro.
  Espero haber sido bastante fiel a nuestra conversación.
  Eres el mejor amigo que nunca he podido tener.
  Gracias.

  Conversación:
  Necesidad de salir de este cuerpo que me agota, que no me entiende y que no aguanto.
  Como explicar la falta de libertad que tengo para llegar a cumplir todos mis sueños, si el cuerpo que Dios me ha dado no me acompaña, no me corresponde, ni quiere seguir conmigo.
  Mandé a la mierda al médico cuando me dijo que por dentro me estaba pudriendo, que estos granos asquerosos eran para siempre y que tenía una enfermedad que aunque me atiborrara de antibióticos, no podría quitármelos de encima.
  Beber, es lo único que me calma y encima me lo quieren quitar.
-      ¡No!.
  Me enfadé nuevamente con mi madre, con lo mucho que la quiero, no hacía más que apoyar a la doctora.
-      ¡Pero, madre!, no está escuchando que tengo una enfermedad incurable y que es para siempre.
-      Estas gordo y nada más que piensas en tu cerveza.
  “Esa cerveza, otra vez me ronda la cabeza “, gracias a la cual sigo el absurdo ritmo de esta vida, que ni quiero ni me apetece seguir viviendo.
  No en este cuerpo que no quiero, que no deseo ni me desean.
  ¡El deseo!, hace cuanto tiempo que ni se me empina, para que voy a desear nada.
  Pasan los interminables minutos en la consulta de la señora doctora, que respaldada por mi madre, me indica que deje todo:
1.     Que deje de fumar, pues gracias al humo mis poros se dilatan y se me producen más estos jodidos granos.
2.    Que deje de beber, que si no los medicamentos no me van a hacer nada.
  “¿Pero hasta cuando debo seguir tomándolos? “
-      Siempre. “Dice la señora doctora.
-      Siempre, ¿Pero cuando voy a volver a disfrutar de mi vida otra vez?
-      Pero hijo, hay más maneras de disfrutar de la vida, que no sea bebiendo.
“Pero ¿Cuál?, grita mi alma compungida, golpeada por esta desgracia.

  Salgo del médico, me voy a fuera a fumar un cigarrillo, mientras dejo a mi madre conversando con ella.
  Exhalo el humo de este tabaco, que ahora sé que no me va a matar.
  Pienso.
  Pienso mucho y quisiera dejarlo, dejarlo todo y no disfrutar de mis cervecitas, de mis cigarritos.
  Una vez, tuve una conversación con otro doctor, el cual si me entiende y este señor me pregunto por mi afición al alcohol.
-      Doctor, ¿Usted cree que soy alcohólico?
-      Pues mira te voy a hacer dos preguntas. 1- ¿Piensas en tu cerveza nada más levantarte?
-      Pues no, pienso en la que me espera cuando llegue a mi trabajo y en sacar al perro, pero en la cerveza no.
-      Y al acostarte, piensas en la cerveza. Necesitas la cerveza para dormir.
-      Pues no, me duermo del propio agotamiento y para nada necesito el alcohol para dormir.
-      Pues sencillo, Ricardo, no eres alcohólico, solo que en tus cervezas encuentras eso que te falta y gracias a ella te evades de todo, de tus problemas y de tus cosas.

  Pues entonces, no soy alcohólico, la cerveza me ayuda a seguir el día a día y encima me la quieren quitar.
  El tabaco, también me gustaría dejarlo y eso que llevo años detrás de ello, pero es un vicio muy difícil de dejar, me relaja tanto.

  Entro en la consulta y miro a mi madre, como ladea una y otra vez la cabeza para los lados, y a la señora doctora oculta detrás de esas gafas de maestra.
-      ¡Qué!, ¿Ya te has relajado?
-      Si madre
-      ¡Y!, ¿Va a empezar usted el tratamiento?
-      No.
-      ¡Pero hijo!
-      No, madre, no quiero empezar ni este tratamiento ni ninguno, quiero sufrir hasta el último de mis granos y morirme así, podrido por dentro.
-      Eso no es vida.
-      Menos vida es dejar los vicios que día a día me mantienen en pie y que gracias a ellos sigo
“Sigo en pie y no me he pegado un tiro, ni me he lanzado por un puente”
“Sigo en pie, porque estoy esperando el momento de irme a donde Eu, y disfrutar de mis cervecitas”
“Sigo en pie, porque dentro del alcohol olvido y este pequeño lapsus de vacío, me deja continuar adelante”.
“Prefiero seguir viviendo dentro de mi atormentado no alcoholismo, que atiborrado de pastillas, que no van a conseguir curarme, pues estos granos me acompañaran toda la vida”.

  Cierro la puerta y me voy.


  José Pedro Porras.

02 diciembre, 2014

POLVO ENTRE BOLAS

  Once de la mañana y nada que hacer, otra vez dando vueltas por el centro comercial pues afuera llueve.
  En el escaparate del Burger King puedo leer que van a inaugurar un nuevo parque de bolas.
-      Te acuerdas, “Me digo a mí mismo”, cuando llevabas allí a los niños, cuanto tiempo nos hemos pasados la Conchi  yo viéndoles jugar y como salían empapaditos de sudor, merendados y cansados, luego solo teníamos que llegar a casa y a acostar.
  Que recuerdos aquellos.
  Mientras espero en la puerta a que abran, pues es demasiado temprano y como el café de este establecimiento no hay ninguno.
  Hora de la apertura y soy el primero.
   Por fin soy el primero en algo.
  Pago mi café y me pongo tranquilamente con mi móvil a wasear un rato, pues gracias a su wifii también es gratis.

  Ese parque de bolas lleva tiempo mirándome, con sus colores llamativos, sus columpios recién puestos (todavía con olor a plástico) y sobre todo con el recuerdo de mis niñas jugando horas interminables en él.
-      Apetece, ¡He!
  Me pego un susto del copón, cuando de repente veo a mi espalda una señorita de  más o menos mi misma edad con un chándal del Carrefour y unas gafas vidriosas colgadas de su cuello, (tipo oficinista parada).
-      Apetece, ¡He!
-      ¿Se refiere a mí?
-      Pues a estas horas, aparte de usted y yo y de la señorita que amablemente nos ha atendido, no hay nadie más en el Burger.
-      Apetece, ¿El qué?
-      Pues el parque ese que nos han puesto en nuestras mismas narices.
-      Pues sí, para que mentirla, apetece y mucho. ¿Usted también ha montado a sus niños en el parque de bolas?
-      Pues sí y mucho.
-      Lástima que no nos haya tocado a nosotros.
-      Pues por poco, esos del Macdonal no lo habían inventado todavía y lógicamente ahora es tarde.
-      Tarde, tarde, eso habría que verlo.
-      ¿No estará pensando en montarse en el parque?
-      Pues sí, mire, estoy pensando eso ahora mismo, la verdad es que no tengo mucho que perder, si me echan me iré al local de enfrente que seguro tienen el café a euro como aquí y asunto arreglado.
-      Y la vergüenza.
-      Pero usted se cree que un parado de larga duración como yo tiene ya vergüenza
-      Pero eso no le da derecho a estropear los juguetes de los niños.
-      Al grano. ¿Apetece o no apetece?
-      Apetece.
-      Pues vamos, sígame
-      Esta usted un poco loco.
-      Loco y parado, recuérdelo.
  Entraron los dos sigilosamente en el recién inaugurado parque de bolas, sin que las dependientas del Burger se dieran cuenta.
-      ¡ Yupi! Y ahora te tiro yo la pelotita.
-      ¡Me va a hacer daño!
-      Que no tonta, que luego lloras y se lo cuentas a tu padre.
-      No soy ninguna chivata, ¡que te has creído, cuatro ojos!
-      ¡Hay!, que me ha llamado cuatro ojos, eso es una declaración de guerra en toda regla.
  Llovieron cientos de bolas de todos los colores, por el parque de los niños, unas se las lanzaba Julián y otras a mala leche Conchi.
  Después de una guerra que pareció interminable, llegó el descanso y arriba donde el helicóptero estaba los dos escondidos, mirando el tiempo pasar por su momento infantil.
  Julián le cogió disimuladamente la mano a Conchi, la cual dio un respingo (hacia tanto tiempo que no sentía nada).
-      ¿Puedo cogerte la mano?
-      La mano y  lo que no es la mano.
-      ¡Nos damos prisa y echamos un polvo!
-      Será un polvete juvenil, no creo que nos denuncien por ser todavía dos niños.
-      Claro que no, mujer.  Total si nos pillan solo tenemos que cambiar de local.
  El pedazo de polvo que echaron fue monumental, enrollados entre las bolas rojas y verdes y oliendo todavía a juguetes recién estrenados (y bien estrenados) y a hamburguesas recién hechas.
  La dependienta claro que se dio cuenta.
 Pero mira una cosa: los dejó disfrutar, que para algo sabían que eran parados de larga duración y esa alegría no se la iban a quitar ni ahora ni después de renovar el documento.
  Simplemente puso una cartel enfrente del parque, indicando que el suelo estaba mojado no se fueran a resbalar.
  Conchi se perdió entre los brazos de Julián y Julián disfrutó más que un niño perdido entre bolas y después ¿Qué?,  pues a sellar el paro juntos, no vaya a ser que les quitaran el subsidio y no tuvieran ni el euro para tomar un cafecito juntos.


              José Pedro Porras