16 mayo, 2013

PASION.





  Escena matrimonial.
Pasan cosas curiosas en nuestro matrimonio, sobre todo cuando nos llevamos bien y nos tenemos ganas.
  Pues resulta que nos teníamos muchas ganas, pero no veíamos el momento de disfrutar de “nuestras ganas”, generalmente siempre encontramos el ratito para nosotros, pero con tantas cosas, entre la boda, los niños que están pesadísimos y el cambio de tiempo que tenemos encima,  llegamos siempre a la cama con muchas ganas pero sin fuerza, y ya llevábamos varios días intentándolo hacer.
  Por fin encontré el momento.
  El jueves la niña tiene matemáticas y llega una hora después de lo habitual, ya os conté el cambio que habíamos experimentado en casa, con el nuevo horario de Alba y aunque afortunadamente estamos siempre con ella, y ahorramos mucho en no salir por ahí a dar una vuelta ( como novios ).
Antes, cuando los dos eran pequeños siempre sacábamos un par de días a la semana para disfrutar juntos y nos lo pasábamos fenomenal ( aunque siempre nos sabía a poco ), pero ahora disfrutamos los tres comiendo juntos, pero sencillamente es otra cosa.
  Pues bien, como os iba contando, después de pegarme la paliza padre, con mi trabajo llegue asfixiado a recoger a Toñi, justito a las 14:00. Allí estaba yo, nervioso perdido, como haciéndome el desentendido, y con unas ganas por dentro, tremendas. Claro está que no se lo iba a decir directamente, pero ella nada mas verme la cara, lo descubrió.
-      Has venido a recogerme, y se te nota.
-      ¡ Que se me nota !, ¿ El qué ?
-      Las ganas que tienes.
-      De comer, Toñi, anda, date prisa que no llegamos.
  Después de una estupenda comida de 8 euros, se nos pasó el tiempo como una bala, y como llevábamos mucho tiempo sin tener un poquito de intimidad, fue muy romántico algo genial, la verdad.
  Pero como habíamos dedicado tanto tiempo a hablar, no nos quedaba tiempo para amarnos, o eso creía yo.
-      Vamos a casa,
-      A qué?
-      Pues a que va ha ser, Toñi.
-      Tenemos tiempo, la niña le quedan 25 minutos.

Parece mentira, que nuestros cuerpos tuvieran tanas ganas el uno del otro. El ascensor fue pura llama, la ropa se quedó esparcida sobre el suelo y como dos novios que llevan tanto tiempo sin amarnos ( no más de 3, o 4 días ), pero daba igual nos queremos y queríamos disfrutar aquel momento.
  Su cuerpo se junto al mío y el mío disfrutó de las embestidas del suyo, y el mío se dejo llevar, dulzura, amor, pasión, y un sinfín de cosas difíciles de imaginar sino se está enamorado.
-      ¡¡¡ La niña ¡!!.
-      ¿ Cómo que la niña ?
-      Date prisa que llega.
  El amor no entiende de prisas, y claro está el momento había que disfrutarlo y hasta el final. Hasta el final.
 Que cuando terminamos de amarnos, sonaba el ascensor, y con los pantalones  en la mano corrí hacia el servicio pues la niña venia, si antes nos escondíamos  de nuestros padres, ahora huimos de nuestros hijos.
  Aunque después con una sonrisa gigante, me fui nuevamente a trabajar, pensando en lo fenomenal que nos lo habíamos pasado y yo me preguntó, con esto de ser padres:
  ¿  Hasta dónde podemos llegar  ?.

  Un beso para Alba, que sé que también me lee.

         JOSE PEDRO PORRAS.

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