28 mayo, 2013

EL VIJECILLO QUE RECOJE A MI NIÑO

 



 Tengo la suerte de contar por la mañana con un viejecillo del cole, el cual se presta voluntariamente a ayudarme para poder dejar un poquito antes a Héctor y yo salir zumbando a trabajar, aunque luego tengo todo el día por delante, pero así aprovecho esos 10 minutos para empezar antes.
  Este señor que me refiero, es bastante feo y hablar no habla mucho a no ser que le pregunte y él educadamente me responde, con lo cual es muy difícil entablar una conversación, también he notado que siempre lleva el mismo calzado, como también siempre lleva la misma cazadora, pero la ropa la suele cambiar frecuentemente y nunca huele mal, aunque su aspecto es bastante descuidado, tanto que si lo vieras nunca decidirías dejar a tu hijo en sus manos.
  Pero hay una cosa que no se qué, que me convence y me tranquiliza, por lo tanto le dejo en la puerta del cole un rato antes a Héctor.
  El otro día sin que él me viera pues yo me encontraba a su espalda, este señor se agacho y me quedé flipado. Se agacho por la colilla de un cigarrillo, la cual guardó en su bolsillo, esta situación me dejó muy triste y estuve todo el día pensando en ello, todavía hay personas que recogen colillas para luego fumárselas, lo mismo que en la época de Franco.
  Pero aquí no acaba la cosa, este señor que lleva todo el curso haciéndome este único favor, me lo volví a encontrar el viernes anterior en la cola de un centro Evangélico el cual da comida a la gente necesitada ( unos más necesitados que otros como lo comentamos hace algunos artículos ), pero el caso es que este viejecillo, estaba con su carrito, mientras nosotros pasábamos con la furgoneta y el niño en la parte de atrás viéndolo.
  Tristeza, solo siento tristeza.

                       JOSE PEDRO PORRAS.

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