Esta mañana decidí con las prisas tomarme un cafecito en un bar de barrio, mis ojos se quedaron como platos al decirme el señor camarero el módico precio de mi café 1,40 .
En un bar de barrio, 1,40 me parecía un atropello a la dignidad humana. (- jo.. salió de mi boca hacia el dueño del establecimiento), después de tan humillante situación, en la cual se cambia dinero por un poco de café con agua he llegado a la conclusión definitiva, eso si tomándome otro cafecito con Toñi.
El café de esta tarde fue en un lugar céntrico de Madrid mientras los niños acudían a unos talleres de cuentacuentos, disfrutamos los dos de un momento delicioso hablando como cotorras, durante más de 45 minutos, cuando terminamos la sesión me pedí la cuenta a la camarera, y efectivamente fueron más del 1,40 de esta mañana. Nada más y nada menos que 1,80.
Pero eso si DISFRUTANDOLO, lo que se trata a partir de ahora no es tragar un café sino el momento que vamos a dedicar a ello, saboreándolo, y perdiendo esa media horita o una hora si se place delante de un sabroso café, (recordad las teterias, y las cafeterías antiguas, donde las personas se encontraban y charlaban delante de ese café que nunca se enfriaba, pasándose las horas muertas hasta que el camarero te miraba mal).
A partir de ahora solamente tomare café cuando pueda DISFRUTAR de EL.
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