Allí estaba mi niño, mostrando su botín de guerra a todos los compañeros, quedando todos ellos con sus ojitos como platos, mientras, se lleva ese instrumento a la boca soplando una y otra vez saliendo de aquel instrumento su música.
Esa armónica que su padre ha sacado del baúl de los recuerdos, ahora era suya y podía compartirla con quien quisiera,
Guardada en su bolsillo estuvo recorriendo durante varios días el colegio, aunque también fueron muchas las bocas que también la recorrieron, la armónica, esa armónica que mostraba siempre con tanto orgullo.
Pero en su cabeza rondaba una idea, seria quizás el próximo botín a robar de sus pequeñas manos por parte de los mayores que el.
Reunido en secreto con sus amigos, trazaron un plan el cual ocultaría de los ojos malvados aquella armónica.
Mientras el más pequeño de la panda Guillermito, hacia guardia detrás del árbol, el más fuerte Iker, ocultaba detrás de su inmenso cuerpo a sus amigos, H. y Kevin.
Los dos con las palas que habían quitado anteriormente a sus compañeras, fueron con paso decidido hacia el arenero.
- Guillermito, viene alguien
- No, no viene nadie.
- No os preocupéis que yo os tapo, dijo Iker.
Con las manos llenas de arena, y con el agujero más grande que habían visto sus pequeños ojos, decidieron esconder la preciada armónica que tanto les había gustado, y tantos corazones chiquititos habían cautivado, en las profundidades de aquel agujero. Como perros de presa que esconden su hueso igual de rápido escondieron ellos el instrumento.
- Cuidado, cuidado, ¡ que vienen los mayores ¡
- Justo cuando habíamos terminado.
- El plano, has hecho el plano.
- Si mira aquí esta, no nos puede fallar.
Con el estilo inconfundible de unos niños de 5 años, dibujaron un mapa, con su viejo árbol, y contando los pasos tomando de referencia el mismo árbol, trazaron con una cruz en rojo, donde habían escondido su tesoro.
En ese mismo momento su profesor les llamo a todos, pues la hora del recreo había terminado, con gran alboroto todos se fueron a su clase, y H. guardo el mapa de su tesoro en el bolsillo, ya tendría tiempo de desenterrarlo.
Llego el momento deseado, el recreo después de comer, con plano en la mano y con la misma estrategia que antes, volvieron con su pala, a conquistar el arenero, pero por mas y mas que escavaron estos cuatro piratillas, su tesoro, no aparecía por ningún lado.
- Los mayores, habrán sido los mayores nos habrán visto.
- No te preocupes H. que aparecerá.
Paso el tiempo del recreo y después de mover toda la arena de su arenero, desgraciadamente la armónica había desaparecido.
Volvimos la mañana siguiente a remover parte de la arena, siguiendo los pasos de su mapa, pero no, la armónica no apareció por ninguna parte.
Habrá que comprarle otra armónica al niño.
JOSE PEDRO
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