16 enero, 2012

CARTAS DE AMOR

  A Pepo el cartero no le gustaba para nada como iban las cosas en su pequeño pueblo, cada día que pasaba veía más triste las caras de sus vecinos a la hora de abrir sus respectivas cartas, unas eran de pago,  otras de banco y las más feas, aquellas que la gente se volvía de color gris nada más recibir.
  Aquello debería de cambiar, pensó una noche Pepo, bajo la luz de la luna, mirándola fijamente como quien mira su alma, una estrellita ilumino su corazón y zas, la idea le surgió entre sus manos.
  Bajo inmediatamente al desván y saco su vieja pluma estilográfica del cajón, cogió su viejo bote de tinta y unos cuantos folios, y empezó a pensar en lo triste que se había quedado esa mañana doña Luisa la patita, y de su cabeza bajo una carta de amor:
 Mi muy amada Luisita, no me atrevo a dirigirme a usted en persona pero bastan unas sinceras palabras para decirla lo mucho que la quiero y la he querido siempre, desde el mismo día en que descubrí su piquito asomado tras unas riquísimas acelgas sentí en mi pecho florecer mi amor, cada día la he seguido hasta su huerta sin que usted se dirá cuenta pero nunca me he atrevido a decirla nada, y ahora siento la necesidad de expresarla lo mucho que la quiero, perdóneme a seguir en secreto pero no me atrevo a decirla quien soy.
                                      Suyo por siempre el patito enamorado. CUA CUA.

  Pepo el cartero se frotaba una y otra vez las manos y le faltaba llegar a darse un beso por la ilusión de aquel proyecto, ilumino toda la noche, durante la cual salieron de sus manos más de 20 cartas todas de amor.
  A la mañana siguiente solo quedaba realizar el trabajo de siempre repartirlas entre la gente de su pueblo, todavía so sabía lo que iba a ocurrir pero la sonrisa de aquella picaresca le lleno de esperanza.

                                           CAPITULO 2.
  La señora Luisita no cavia en gozo, alguien anónimo se estaba fijando en ella, mientras se dirigía a su huerto casi tropezó y cayó de bruces mirando a diestro y siniestro si aquel corazoncito escondido se dejaba caer por algún sitio, las acelgas ayer recogidas solo tapaban un poco su pico y durante toda la mañana estuvo sonriendo.
  Lo mismo pasaba con otras tantas mujeres de todo aquel pueblo, unas miraban detrás de una sombrilla, otras sacaron sus mejores vestidos para ver si su amado anónimo se atrevía a decirlas algo, otras dejaban caer una y otra vez su pañuelo al suelo, para ver si su amante volvía y lo recogía, y sin quererlo una brisa con olor a amor inundo aquella mañana el pueblo.
  Pepo sabia de sobra que aquella no era la solución y decidió contarle su idea a su amiga la gallina Pirueta, que de siempre sabía que había tenido muy buena letra.
  Pirueta, solo hizo una cosa después de haber escuchado a Pepo, piruetas y piruetas y mas piruetas, diciendo al compas: ¡ Pepo, se ha vuelto loco, pepo se ha vuelto majareta, pepo esta chiflado¡ acompañado de mil piruetas. Pero cuando ya se canso de dar tantas y tantas vueltas, allí seguía Pepo, mirándola con esa cara de ilusionado que no se la quitaba nadie.
-      ¿ Pero me vas a ayudar o no?
-      ¡ que si te voy a ayudar ¡, Cloclocloclo, cuando he dejado yo tirado a mi amigo Pepo.
-      ¡¡¡¡¡ Hurra, bien, bravo ¡¡¡¡¡, después del mareo que tengo de verte.
  Pirueta le dio un fuerte achuchón, y Pepo se puso colorado de arriba abajo.
-      Pepo, que te pasa, Pepo, suéltame ya.
  (Pepo se había quedado fuertemente apretado a Pirueta, como si estuviera en otro mundo)
-      Pepo.
 (zas), le soltó un tortazo que le despertó del cielo que estaba.

  Esa misma noche y en intimidad de la luz de la luna, idearon entre los dos otras 20 cartas de Amor, en respuesta a las que había hecho Pepo la noche anterior, estas fueron más divertidas si cabe y mas románticas. E aquí un ejemplo pues si no 20 seria muchas.

  Qué bien suena cada noche el croar de su garganta, y que poco saben los andantes de lo mucho que yo le amo, Sr Sapo.
  Cada noche inaguantablemente soporto hasta el fin sus canciones dedicadas al cielo, a las estrellas, a la luna y espero que alguna de ellas se acuerde de mi tambien., abro mis ventanas de par en par, y aunque algo de fresquito entra, no me importa porque el amor también viene  con ellas.
     Esperando que algún momento se acuerde de mi, se despide con mucho cariño, y algo de frio, Anónima sonata.

  Estuvieron toda la noche Pepo y Piruetas inventando historias de amor, y al caer la noche todavía se reían de la ultima que habían hecho y fundidos en un pegajoso abrazo se despidieron hasta la próxima noche.
                                  CAPITULO 3
  Pepo cumpliendo con su trabajo repartió una a una las cartas entre la gente de su pueblo, entre el malhumorado Perro Zis Zas, entre el señor Cayo el Sr Gallo, entre el lento Caracol Gustavo ( que ya llevaba tiempo escondido en su caparazón), entre el Sr Gusano Esteban  (a este tardo mucho en encontrarlo), mucha gente la  recogía de muy mala gana, pero Pepo no dejaba de sonreír y su corazón sonreía y sonreía, haciendo de este otro día especial.

  El malhumorado Perro Zis Zas, no se lo podía creer, quien era esa perrita que olisqueaba siempre sus piececitos, quien podía estar atento a sus grandes zancadas, a correr detrás de los pollitos para que estuvieran cerca de su mama, quien olería sus huesos y le ayudada sin que él se enterara a taparlos para que otro perro lo encontrara. No se lo podía creer después de tantos años que alguien se fijara en él.

  Al Señor Gallo se le cambiaron hasta las plumas de sitio, y por mas que se peinara y se repeinara esta mañana no parecía que nada estuviera en su lugar, que Gallinita escribía esos poemas de enamorada, quien se había fijado en su gracia y salero, quien le oteaba desde los tejados, y recorría con su cantar el firmamento. Ese día cantaría y lo haría lo mejor que pudiera, para ver si su gallinita anónima se dejaba ver.

  El Caracol Gustavo no cavia en gozo y leía y releía una y otra vez su carta, la cual le hacía poner rojo de la propia vergüenza que le daba, tanto tiempo metido en su caparazón y ahora aparecía ella, ese recuerdo de sus días jóvenes cuando trepaba en un santiamén a lo más alto de cualquier hoja, y ahora decididamente treparía y treparía para ver si caracolita enamorada le podía ver mejor, ( salió del cascaron lo mejor que pudo, se ajusto sus lentes y pasito a  pasito subió hasta lo más alto de su tallo).

  Podríamos estar relatando las más de 20 historias que se produjeron ese día en el pueblo pero quien verdaderamente estaban gozando eran los dos personajes villanos que dormían a pierna suelta después de una noche tan ajetreada.
  El Sol radiaba ese día con más fuerza pues más de 20 corazones buscaban a otros 20 corazones entre cada puesto, entre cada calle, en cualquier esquina, ¡ Quien sería su personaje enamorado ¡. Esta idea había sacudido con tanta fuerza al pueblo que irradiaba alegría por todos los lados.

                                        CAPITULO 4
  Durante toda la semana estuvieron reunidos Pepo con Piruetas, ideando mil y una historias de amor, sin darse cuenta en el lio que se estaban metiendo, pues siempre se ha dicho que la mentira tiene las patas bien cortas.
  El momento en que se rompió el hechizo fue cuando Doña Paloma la Picara decidió contarle lo de su Amor Anónimo a su prima la Cigüeña la Larga, no se lo podían creer y decidieron reunirse en lo más alto del campanario y allí se contaron y se picotearon todo lo que le había pasado durante toda la semana, pero he aquí el momento decisivo, cuando La Paloma enseño la carta a su prima La Cigüeña, era como no la misma letra, ¡ No puede ser ¡, ¡ No puede ser ¡, gritaron a los cuatro vientos, y como lo que dice el viento suele ser escuchado por todos los que están atentos sobre todos los mas enamorados, la voz se corrió como un huracán y las miles de hojas de cartas enamoradas se lanzaron al viento y él fue quien se las llevo, llevándose con el este sueño.

  En la oscuridad del desván y entre un montón de lagrimas, Piruetas sujetaba a moco tendido a Pepo, el cual como un chiquillo no podía parar de llorar, también Pirueta lloraba, y con tanta tristeza su mocos se fueron uniendo en uno solo, y como dicen la pena compartida duele menos.
-      ¿ Que hemos hecho Pirueta, como hemos podido jugar así con tantas ilusiones?
-      ¡ ah sido todo tan bonito, Pepo, has hecho a tanta gente del pueblo feliz, que por un momento has podido tocar sus corazones
-      Ya pero hemos jugado con sus sentimientos, y eso está muy mal
-      Si pero Pepo, han sido felices ¡ No ¡.
Las lagrimas no paraban de brotar de los ojos cansados de Pepo, cuando sintió una cálida mano que apretaba con mucha fuerza la suya.
-      ¡ Ay jolines que me haces daño ¡
-      Para que supieras que estoy aquí, y estoy a tu lado.
Pepo la miro con esos ojitos con los que miraba a la luna, descubriendo la sonrisa eterna de Piruetas, después de tanto tiempo se dio cuenta de que estaba allí, junto a él.
-      Pepo, has aprendido algo hoy
-      Si.
-      El que, dime rápido, que te cojo
-      Que haces unas estupendas cartas de amor
-      Vamos que tú no te quedas atrás.
-      Sabes una cosa Pepo.
-      Di
-      Que te quiero
-      Y yo a ti.
  Y una sonrisa se dibujo en el firmamento justo, justo al lado de la luna, cuando Pepo, le dio el primer beso de Amor a su compañera Piruetas.
Piruetas dio una vuelta y otra y otra hasta que ya mareado de tantas se paro justito al lado de su corazón.


                                                                    JOSE PEDRO
                                                                                            15 ENERO 2012




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