07 octubre, 2013

ALBA COCINERA





  Esta historia esta echa integramente por Alba, que después de tanto tiempo sin escribir, por fin lo ha echo, yo como padre estoy muy orgulloso de ella.
  Un beso, mi niña.


ODISEA EN LA COCINA

Os voy a contar mi primera experiencia en la cocina, SOLA.

Todo empezó un día que yo estaba mala y me tuve que quedar en casa, mi padre había salido a trabajar, cuando me llama por teléfono y me pregunta si creo que seré capaz de hacer los macarrones que él me había enseñado ha cocinar, yo respondo que si, pero que si tengo algún problema le llamo.

Después de despedirme de él, me voy a la cocina, caliento el agua como me había enseñado y la dejo hervir, el caso es que mi padre me había dicho que usara el pollo de la nevera, y a mi no se me ocurre otra cosa que coger un trozo de pollo que había en el congelador, lo miro, lo examino con la mente y me digo a mi misma:

-¿será este?, pero está algo congelado, bueno, seguro que con el calor se descongela.

Hago los macarrones hasta que estén al dente, los escurro, echo en la cazuela el tomate y meto el pollo tal cual.

Al rato veo que el pollo sigue de una pieza y me parece algo sospechoso, llamo a mi padre y le cuento lo que he hecho, el desternillándose de risa me dice que con cuidado saque ese pollo (que resulto que era para una sopa) y que le quite un poco el tomate. Hay mala cobertura y lo único que llego a entender es que en la nevera hay unas sobras de pollo.

Cojo con las dos manos el pollo que aún está pringadito de tomate y con un dedo se lo quito, total si no van a saberlo, le echo un poco de agua y lo dejo escurrir. Abro la nevera y ahí está el pollo que se suponía que debía echar, cojo el plato con su contenido y cuando lo voy a echar en la olla con tomate se me escurre con plato incluido y se llena todo de tomate. No sé como me las apaño pero para cuando mis padres llegan están los macarrones hechos y la cocina limpia, los platos sobre la mesa rebosan con mis macarrones, esperando la última prueba, ¡mis padres la van a probar y a mí no me ha dado tiempo a probarlos, mi madre sentada, con la primera cucharada en la boca me da el visto bueno y comenta que se me han pasado un poco, pero que están muy ricos, mi padre que ya se había metido también la cuchara en la boca confirma el comentario de mi madre y me dice que la próxima vez me saldrán mejor.

Después de comer, cuando terminamos de recoger, le comento a mi madre todo lo que ha pasado, y después de reírse un poco dice que nunca se hubiera imaginado que había comido unos macarrones pasados por todo eso.

Basado en una historia real

Alba Porras

 

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