12 noviembre, 2013

LO QUE SENTI DESPUES DE LA DESOLACION





  El viento soplaba detrás de sus orejas, cuando un estallido quebró su tejado, nadie se lo creía y en su pequeño mundo nadie le dijo que aquello podia pasar, agarrado a su madre y con la fría lluvia mojándole la cara salió a la calle.

  Los ojos se le abrieron para soltar mil lagrimas sabiendo que no era hora de llorar, su hermana mayor, tiritaba de frio mientras sujetaba firmemente su mano.

-      Noa, no te sueltes, por lo que más quieras no te sueltes de mi mano. ( dijo su hermana gritándole lo mas que pudo ).

  Noa inclino la cabeza aunque las gotas de lluvia lo enturbiaban todo. Veía los arboles volar, los oídos estaban entaponados y nadie la decía nada, ahí seguía ella agarrada a la falda de madre e incrustada en la mano de su hermana, cuando otro grito de otro vecino resonaba en aquel estruendo.

  La casa de su amigo José, salía volando por los aires, mientras sus pequeños ojos se abrían como platos, buscándolo por la calle abarrotada de cosas que salían para todos los lados disparadas.

-      Corre Noa, corre lo más rápidamente que puedas ( le grito su madre )

  Y allí agarradas las dos, corrían calle abajo o mejor dicho se dejaban llevar por ese terrible viento que estaba levantando todo su pueblo.

-      ( ¡  correr !, ¿ hacia dónde ?), si todo estaba revuelto, no tenían donde esconderse.

  Su hermana sujetó nuevamente la mano y decidieron esconderse detrás del árbol de su colegio.  Colegio que también volaba por los aires, y allí quedaron las dos agarradas a ese árbol centenario que tantas mañanas les había visto jugar.

  El agua, esa agua persistente se metía en su frágil cuerpo y tapándose los oídos con la mano de su hermana, permaneció agachada y en silencio.

 

  Silencio, eso era lo que ahora sentía, silencio.

-       ¡¡¡¡ Mama, mama, mama !!!

  Pero era el mismo silencio el que le respondía, a sus pequeños gritos.

  Su hermana agarrada a su mano ahora ensangrentada no decía nada, solo estaba mirando su pueblo arrasado por aquello, ese terrible viento que se había llevado todo.

  Asi permanecieron muchísimo tiempo, las dos temblando de frio y envueltas en silencio. Sus pies entumecidos por la humedad, les gritaban que se movieran que tenían que irse de allí.

-      ¡¡¡¡ Mama, mama, mama  !!!, (  gritaba una y otra vez Noa ), pero solo el silencio recibía.

  Los ojos, esos frio ojos clavados en la nada, las tenían paralizadas, pero un pie se echo a andar, buscando que se yo y el otro le siguió.  Detrás de sus pequeños pies la seguía su hermana, sin un sitio donde ir, sin querer mirar al suelo para no ver más personas sepultadas por los escombros.

  Sus pequeñas voces se hicieron también silencio de tanto gritar Mama,  y la noche apareció en aquella inmensidad de destrucción.

-      Tengo sed, hermana.

-      Y yo hambre.

  Mientras sus pies descalzos y mojados, ya empezaban a doler y allí en una piedra al borde del camino se sentaron esperando algo, esperando a alguien que les diera de beber o de comer.

 

Este pequeño relato es lo que se me ha pasado por la cabeza después de ver la destrucción de este tifón y como nuevamente se hace mella en las personas más miserables, otro infierno dentro de este planeta llamado Tierra, mientras los medios lo silencian para que el hormiguero no se revuelva y no nos demos cuenta del ínfimo valor de nuestras vida.

  JOSE PEDRO PORRAS, muy triste.

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