19 noviembre, 2013

ATAQUE BECTERIOLOGICO




  Judías, que ricas están esas judías, hechas con tanto amor y acompañadas de esa sidrita recién escanciada. Después una buena charla, esa charla de dos buenos amigos que hacen tanto tiempo que no se ven.

  Las horas parecen minutos y aunque hace tiempo que salimos del restaurante para acomodarnos en un bar pequeñito de mi barrio, pues allí la cerveza es más barata.

-      Un apretón, que me da un apretón de los buenos.

-      Tranquilo que no me muevo hasta que no salgas.

-      Va a ser un momentito.

  Salgo disparado hacia el servicio de este pequeño bar, el cual tienen aún mas chiquitito el urinario, y encima con puerta compartida y lavabo.

-      “ Ay que me cago “, “ ay que no puedo más “,

  Entro en el servicio apretándome la tripa y casi sin respiración, cuando sale de mi Eso, no podríamos definirlo de otra manera, Eso, esa expansión de aire comprimido en mi estomago de manera tal que casi podríamos decir que rebota. Asustadito me quedé; más aún cuando oigo en la puerta:

-      ¿ José Pedro, te ha pasado algo ?.

-      Na, un aire.

-      Miedo me metes, condenado. A mí y al chico de la barra.

  Nuevamente Eso, sale de mí, es mas diría yo que se apodera del servicio y de mi respiración.

-      ¡ Qué entro !, oye di algo, que entro.

-      Sal, por lo que más quieras, sal que la muerte se acerca.

-      Joder, joder, joder, vaya peste. Me piro.

  En la soledad del servicio y apestado por Eso que ha salido de mi, creo marearme, pero poco a poco el cuerpo se apodera de mis sentidos y ya no huele tanto, después de soltar lo que llevo tan adentro, logro salir.

  Pero he aquí, que el vacio del bar me resulta extraño, la gente había desaparecido y solo quedaban ante mis ojos atónitos el resplandor de las maquinas tragaperras.

  Miro para un lado y para el otro y al final de la barra como tapado ante tantas cervezas veo a mi amigo del alma, que me llama con su mano.

-      Esta vivo, mirad como está vivo. Todos creíamos que habías sucumbido ante ese ataque bacteriológico.

  Escondido detrás de la barra, veo a mi amigo y rodeado por el dueño del bar y de la cocinera, que son los únicos que no pudieron abandonar el local.

-       ¡ Esta vivo, pero yo lo voy a matar !,  ( decía el dueño del bar, mientras mi amigo le sujetaba, riéndose una y otra vez ).

  Gracias por estos momentos. Un abrazo.

 

            JOSE PEDRO PORRAS.

 


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario