Como cada mañana preparo el café para cuando Toñi termine de ducharse tenga su cafecito calentito con unas buenas tostadas de tomate con sus rodajitas de jamón del bueno.
Pero he aquí el problema, la cafetera es la de toda la vida, esa cafetera que se enrosca sobre sí misma y con un filtrito pequeño donde apretujada mente se mete el café que tan ricamente disfrutamos los dos, ese filtro que después de usar se da tiernamente un golpecito y zas, salen sus posos que después caen a la basura.
Cuando he aquí el misterio, otra vez el pitorrillo del filtro se despego, era ya la tercera vez que pasaba y como no seguro que era el pegamento que había comprado en la ferretería, como si fuera el loctite pero no el mismo. Ha buena hora había yo comprado aquel pegamento, otra vez con lo mismo, volver a untar bien untado aquel pitorrillo y esperar otro día para que funcionara como es debido.
A la hora del desayuno se lo conté a Toñi:
- Sabes mi amor, otra vez se ha roto el pitorrillo del filtro del café.
- ¿ Que pitorrillo, José Pedro, que cacharro has roto ahora ¿.
- El filtro del café por la parte de abajo tiene un pitorrillo por el que sube el agua que se evapora para después tomarnos el café.
- ¿ Cuántas veces se ha roto ¿
- Pues ya lleva con esta tres
- Y que haces para que se rompa
- Yo nada, será el pegamento que he comprado
- Y que haces para que salgan los posos
- Pues lo sacudo asi: ( agito la mano con fuerza una y otra vez )
- Pues lo has roto tu a la hora de golpearlo, no será más fácil sacarlo con un cuchillo o una cucharilla.
- Asi de fácil
- Asi cariño, asi
10 de Octubre de 2012, basado en un caso verídico
No hay comentarios:
Publicar un comentario