Llegaron los Reyes Magos y trajeron un montón
de regalos, en unas casas mas y en otras casas menos, pero estoy seguro que en
todos los hogares había algún regalo al levantarse esos pequeñines que tanto
jaleo dan y poder verles sus caras de felicidad valía la pena.
En nuestra casa este año trajeron lo justo,
pues nos hemos dado cuenta de una cosa, que no por mucho desenvolver regalos se
es más feliz, asi que Toñi y yo estuvimos hablando con los Reyes Magos y
decidimos que en vez de muchos regalitos, nos trajeran algunos y sobre todo
para poder jugar con ellos.
Como siempre he pensado la fiesta de los
Reyes Magos, está mal puesta, pues después que nuestros niños reciban los
regalos, solo nos queda un día para poder jugar con ellos.
Yo creo que se deberían de cambiar los
sitios. Me explico:
El gordo barrigón que viene el 24 de
Diciembre , debería de cambiar la posición con los jinetes de la poca leche, y
asi tendríamos más tiempo para jugar con los críos, la verdad que estos
Americanos lo saben hacer muy bien y se han cogido las mejores fechas. Desde aquí
reivindico un cambio inmediato.
Pues bien, como iba diciendo los niños
recibieron sus regalos y casi no nos dio tiempo a jugar con lo que habían traído,
asi que decidimos posponer las partidas sucesivas para el siguiente fin de
semana.
Llego el momento de volver a jugar y a que no
sabéis que hizo nuestro Héctor, pues sencillamente jugar con otra cosa. Resulta
que este trimestre le toca el trabajo de los castillos y le había sacado unas
laminas de cartulina para hacer unos castillos. Pues bien, mi niño, ni corto ni
perezoso decidió sacar las laminas y buscar las tijeras y el pegamento y lo más
importante de todo.
Yo decidí pasar el tiempo con él, jugando a
lo que le diera la gana, da igual si fuera un recortable, que otra cosa que él
quisiera, lo importante y que no le damos casi nada de valor es eso.
Tiempo para jugar.
JOSE PEDRO PORRAS.
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