Pequeña anécdota de Noche Vieja.
Este año otra vez decidimos salir a dar una
vuelta por el pueblo y asi empezar bien el Año.
Al principio nos fuimos con los hermanos de
Toñi a un disco pub a bailar, lo pasamos muy bien y como Toñi se encontraba
algo cansada para aguantar toda la noche de cachondeo, al final decidimos irnos
y asi estar más frescos para poder atender a los niños y luego el rollo de
conducir para Madrid.
La noche parecía haber terminado pero nos
encontramos con un local que estaba abarrotado de gente.
- ¿ Nos tomamos la ultima, porfa ?.
- Pero solo esta, que estoy muy cansada.
Fuimos a entrar a este garito, cuando para
nuestro asombro empiezan a entrar y salir chavalillos.
- ¿ Pero dónde vamos ?, no ves que es una
discoteca de niños.
- Uy, que bien, yo nunca he entrado en una
discoteca de yogurines.
Un señor que estaba en la puerta, se reía,
pero aún asi decidimos entrar.
ESPECTACULAR.
Espectacular, pero con letras gigantes,
resulta que todo el local estaba abarrotado por niños y niñas de 15 o 16 años,
algunos tendrían más, pero la mayoría oscilaba por esa edad.
Olor: el olor a feromonas efervescentes era
total, sudor, nerviosismo por ser algunos de ellos su primera vez, algo
penetrante que en otras discotecas no se había olido, mezcla de gomina, colonia
barata y nerviosismo, todo un espectáculo para mis narices.
Nerviosismo: unos miran a los otros, sin
saber muy bien ni que hacer, todos muy estirados, perplejos ante la cantidad de
ellos que empiezan su vida golfa, Algunas niñas pocos años mayores que mi niña,
preocupadas por lo que llevan puesto, venga a subirse el escote, venga a
bajarse ese vestidito ( que seguro no se lo han visto sus padres ), tan
ajustado que el mismo pierde el pudor de estar en su sitio.
Miradas: para ver lo que hacen sus compañeros
de clase, sus vecinos, sus novietes, ( aun que nadie allí se besaba ), solo se
miraban para ver como se debían de comportar.
Atrevidos: chavales, no tan niños que se insinúan
a las chiquillas primerizas, para ver si pillan cacho, ataviados con la ropa
que ven en televisión y peinados diferentes al resto del grupo, los cuales han
aparecido por primera vez por esos sitios.
Lo que más me gusto fue la unidad de esa
gente, que se movía al compas de la música que escucha mi niña, música moderna
para corazones jóvenes, caras sonrientes llenas de granos, con un gran futuro
por delante.
Mientras nosotros que hacíamos:
Pues yo disfrutar de aquella panorámica, como
quien está en una película, mientras me tomo un licorcito y me muevo al mismo
compas que marca la tribu, aunque podría ser el padre de más de alguno de
ellos. Y mi niña, descansando encima de una mesita que agradablemente la habían
dejado, sin mezclarse en ningún momento con el ritmo nocturno.
Mientras disfrutaba de todo eso, una niña
pequeñita, se tropezó con sus taconcitos, ( que seguro sería la primera vez que
se los pondría ) y se lanza encima de mis hombros, ( casualidad, no lo creo ),
torpe caída distraída. Y mientras yo disfrutando de ese ( - Perdone señor, ),
yo creo que podría haber dicho papa y había quedado igual.
Ambientes, soñadores, granos, olores y manos
en alto danzando al mismo compas.
JOSE PEDRO PORRAS.
No hay comentarios:
Publicar un comentario