Por la mañana temprano, tuvimos Toñi y yo la
suerte de encontrarnos con una caja llena de pan.
-
¡ Mira, Toñi, una caja llena de pan !.
-
Tú y tus cosas.
-
que si cariño, que nos vale.
-
¿ Para qué nos va a valer ?.
-
Pues, para que va a ser, para dársela de comer a los patos.
-
¡ Que no !, que yo no me pongo a recoger
pan de la calle.
Decidido con mi acción, me dirijo a la parte
de atrás de la furgoneta y con la bolsa gigante del Carrefour, me pongo a coger
el pan.
- Tu estás loco.
- Díselo a tu niño, cuando se ponga a tirar
pan a los patos.
Al final Toñi, se puso a ayudarme y todo, (
lo que vale mi niña ) y después con una sonrisa nos fuimos juntos a tomar café.
Por fin llegó la tarde de los patos.
Llevaba más de cuatro días con la bolsa del
pan en la parte de atrás de la furgoneta y con más ganas de compartir este
momento con todos, que no veía el rato de terminar un poco antes de trabajar e
irnos los cuatro a tirar pan a los patos.
Un frio tremendo, pero una ilusión en la cara
de mis niños, con la misma ilusión que después se contagió Toñi.
Seis barras de pan tuvieron la culpa de aquel
momento, nos asomamos al puente y los patos que son muy ladinos ya sabían que traíamos
su sustento.
Después, venga a lanzar trozos de pan por
todos los sitios, hasta una bandada de gorriones invadieron la pasarela del
puente, no sé si habrían más de 30 o 40 patos, mientras mi niño todo nervioso
por la vereda al lado de los patitos.
Durante el rato que duro ese momento pude ver
a una familia unida por una ilusión, por un no sé qué…, el cual guardaré en un
cachito de mi corazón.
Gracias a todos.
JOSE PEDRO
PORRAS. ( Que fácil es ser feliz ¿
Verdad ? )
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