Despierto como cada mañana, me pongo mis botas de agua y me lanzo a la calle a pasear, extiendo mi paraguas multicolor y acurrucadito para que nadie me vea pongo un pie tras otro y empiezo a andar.
Debajo de mi paraguas la vida es diferente, aunque es muy amplio tan solo hay sitio para mí. Asi egoísta mantengo mi paso, indiferente a lo que pasa a mi alrededor y con la cabeza muy gacha para que nadie sepa, que sonrió.
Pero heme aquí, que tropiezo y cuando tropiezo, allí esta ella, caladita hasta los huesos, con esa sonrisa de oreja a oreja, esperando algo.
- Que tal estas. ( Me dice )
- Yo bien, pero, tu veo que estas mojada.
- Pero la lluvia es bonita no ves.
- Yo sí que lo veo pero la gente de alrededor no le gusta y anda cabizbajo
- Pero yo sonrió
- Si pero estas mojada
- ¿ Quieres que te acompañe ?
- El paraguas es un poco pequeño, pero si tu quieres cógete del brazo y juntos pasearemos.
Ella me coge del brazo y debajo de mi paraguas multicolor juntos paseamos, sin importarnos lo insistente de la lluvia, y asi permanecemos durante mucho, mucho tiempo, los dos mirando la calle y sin que se den cuenta los demás que debajo de él sonreímos.
Su cuerpo se seco hace tiempo pero ella permanece allí a mi lado, acompañándome siempre cuando llueve y cuando no, también.
Nos levantamos como cada mañana, nos achuchamos un rato, afuera está lloviendo, nos ponemos nuestras botas de agua, y rápidamente salimos a la calle a pasear, refugiados debajo de nuestro mundo multicolor, de repente una mano pequeña coge la mía, ( esta tan fría, como la nieve ), pero me gusta su tacto, sin decir nada, se cuela debajo de nuestro paraguas y mirando al suelo para que nadie se dé cuenta de lo feliz que somos seguimos los tres paseando, casi no hay sitio para resguardarnos bajo la lluvia insistente.
- No te preocupes cariño que yo me apretó mas junto a ti y como es tan pequeña, cabra en cualquier sitio.
Y asi sin más se cuela en nuestra vida, siendo un motivo más para nuestra alegría cotidiana, compartiendo nuestro mundo. Claro está, multicolor.
Llueve a fuera, mi niña se pone corriendo las botas de agua y tira insistentemente de mi mano, tiene prisa por ser feliz debajo del agua, nos calzamos rapidamente los tres, , salimos a pasear debajo de mi paraguas multicolor, aunque estamos un poco apretados
De repente alguien me tira de mi chaqueta, le miro y sus ojitos se clavan en mi alma, y como lapita se pega a pasear esta mañana, con la cabeza bien baja, para que nadie note lo felices que somos. La gente a nuestro alrededor es cada vez más gris y triste, pero no importa, debajo de nuestro paraguas todo parece diferente.
Seguimos paseando cada mañana, cuando llueve y cuando no también, pero los niños crecen y ellos no entienden de vergüenza, y cada vez que salimos se les ilumina el alma, saludan al tendero y el tendero aunque algo amargado al principio, después les sonríe y asi pasa la mañana.
Sonríen al señor que nos vende la fruta ( si hubiera puesta frutero habíamos acabado antes ), y este señor que nunca sonreía ahora lo hace y les regala una manzana.
Sus gritos y sus juegos se lanzan al aire, y aunque las personas que siempre estaban grises al principio no se dan cuenta, poco a poco van levantando la mirada.
- ¿ Quien son esos que chillan ?, ¿ Quien disturba nuestra calma ?
Los niños no paran de reír, sus risas son tan descaradas, yo levanto mi sonrisa para mirarla, aunque debajo de mi paraguas multicolor se está tan a gusto.
Ríen, chillan, y atrevidos cantan.
El barrio de ello se contagia, la gente se mira, la gente se llama, aunque al principio son un poco reacios para volver a sonreír al final mis niños lo consiguen y el pueblo se convierte en un gran paraguas multicolor, asi mi compañera y yo no volveremos a pasear con la cabeza gacha.
JOSE PEDRO PORRAS
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