20 febrero, 2013

BELEN CIERRA LA PANADERIA



 BASADO EN UN CASO REAL.

Belén se levanta como cada mañana a las 4:30, y se va a la panadería para preparar la masa del pan, para todos sus vecinos. Es un pan humeante, dulce a la vez que salado; una receta que ha pasado de padres a hijos y que con tanta paciencia elabora día, tras día.
  También sabe preparar otras cositas, bollos preñados, pastelitos de manzana, pastas de té, deliciosas palmeritas de chocolate y también de azúcar, tiene la misma habilidad que tuvo su madre y su abuela, y asi hasta donde no se acuerda.
  Pero esta mañana, mientras Belén amasa el pan, alguna lagrimita se escapa sin querer, ya no es lo de antes, cerca de ella han abierto uno de esas tiendas, un chino, el cual claro está, no se tiene que levantar cada mañana, ni amasa el pan como ella lo hace, ni sabe tantas recetas de cocina como su madre y su abuela, pero eso sí, vende el pan 40 céntimos de euro más barato.
  Al principio no le importaba, pues su gente de siempre sabe lo bueno que es el pan, y sus rosquillitas de anís y sus tortitas de centeno, pero poco a poco se va dando cuenta que no ve las mismas caras de sus amigos, y cada vez le sobra mas pan, con lo rico que está, si una barra suya vale lo de dos del chino ese, pero la gente no entra y el pan, día a día, acaba donde siempre,  en la basura;  pues ella nunca pone pan duro a sus amigos.  Aunque cada vez van quedando menos.
  Las facturas de su luz son cada vez más altas, pues su viejo horno tira mucho, y sus cansadas manos, están hartas de trabajar para nada, siempre acaba a fin de mes poniendo dinero de sus ahorros, para poder seguir trabajando,  como si el dinero lloviera del cielo.
  Empezó por echar menos harina, y cada vez hace menos pan , se le caen las lagrimas viendo pasar a la gente de siempre por el escaparate y como se quedan fijamente mirando sus productos, pero sale a llamarlos y ya es tarde. Entraron en el chino, y con eso no vale.
  Asi que nuestra panadera de siempre, no le queda otra que cerrar, pues sus productos aunque son deliciosos, no pueden competir con los precios de los chinos y demás establecimientos, que utilizan el pan congelado, que comen tan ricamente sus vecinos de siempre.

                JOSE PEDRO PORRAS a 20 de febrero de 2013

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