Con la mirada perdida
El último grito del infierno
En su cara un porque asoma.
Enciendo otra vez la televisión
Y siempre sale lo mismo
Violencia gratuita, sexo.
Justo a la hora de comer.
Bien niña, me acostumbre
Ahora no siento nada
Mi pobre hija se muere
las moscas devoran su cara
El niño, no tiene hambre
No le gusta la verdura,
Encima esa negra allí
Con esa cara de amargura
El suelo es mi asiento.
Y el cuenco ni lo suelto
Solo espero llenarlo
Mis pechos caen al suelo
Cuantas veces lo veo
¡ No se cansaran de ponerlo!
Cambio otra vez de canal
Siempre es el mismo cuento.
Quizás algún día allá muerto
Pero qué diferencia habrá
Entre lo que ahora siento
No es este el infierno.
todo quedara en el recuerdo
Pero algo me despertara
Revuelto entre mis sueños
No me sentó bien tanto cerdo.
Desgraciadamente, olvidamos, no queremos sentir, y nos decimos que eso que pasa está tan lejos como vamos a poder hacer algo. Cambiamos de cadena, y seguimos consumiendo, pues es lo único que nos han enseñado a hacer, comer como los cerdos.
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