27 octubre, 2015

PRIMERA COMIDA CON EL NOVIO DE LA NIÑA



  ¡Papa, mi novio viene a comer a casa!

  Dijo mi niña y mi corazón se encogió de golpe, no me lo podía creer, el momento con el que tanto habíamos bromeado, se iba a producir.
  ¿Qué hacer?
  Nadie nos enseña el modo de comportarnos ante tal eventualidad y menos lo que tenemos o no que hacer y cómo comportarnos  para no dañar a tu niña y quedar como un padre.
  ¿Padre?
  Eso es lo que me pregunto yo. ¿Verdaderamente que es ser un Padre?
¡  Y tan viejo me veo, como esos padres que salen por televisión! (yo creo que en estos momentos sería muy necesario ver algún tipo de telenovela, donde a “El Padre” le presentan por primera vez a “ el novio de su hija.”
  Como todo en esta vida, depende de la manera en que nos lo tomemos y casi siempre las cosas me las suelo de tomar de manera humorística, pues la vida es un chiste mal contado y lo mejor es sonreír, o si no mejor: ¡Hacer sonreír!
  Y esa fue mi propuesta emocional ante tal acontecimiento, pues si me hubiera vestido con traje y corbata y hubiera tratado al novio de mi hija de una manera totalmente formal, seguramente se asustaría (Pues serio impongo y mucho) y lo más seguro es que susodicho novio, no quisiera volver a comer con nosotros (“platito que me ahorro”), y a la vez que no veo al novio, tampoco veo a la novia, total que me quedo sin dos platitos o sino sin dos personitas con las que pasar un buen rato.
 Se quieren y eso es lo importante,
¡Pero mira la cara de enamorados que tienen los dos!
¿Cómo no voy a dar lo mejor de mí en esos momentos?,
Así que después de una mañana agotadora de visita al museo del ferrocarril con Súper Héctor y una amiga, nos disponemos a comer y a pasar un buen rato.
  ¿Cómo le pregunté por el color de sus testículos?
  Pues mira, una cosa llevo a la otra y al final el chaval se llevó la preguntita para casa, que de seguro no se le va a olvidar el resto de su vida, o mientras esté con nosotros.
  La comida había resultado de lo más animada y yo me estaba intentado comportar lo mejor posible y reirnos todos juntos y pasar un buen rato.
  Toñi le había comprado dos frutas grandes con forma de huevo de dinosaurio, con preciosos colores verdes y morados, y no se me ocurrió otra cosa, que si eso no se lo iba a comer, era mejor que se lo llevara para casa.
  ¿Qué cómo le pregunte por el color de sus testículos?
  Pues mira, muy bien no me acuerdo, pero la risa que nos seguimos corriendo a costa de ello, va a durar mucho.
  También le comente no sé qué a Alba de la gomita, pero solo ella supo coger la indirecta. Pues está acostumbrada al dialogo súper rápido conmigo y el manejo del vocabulario de cualquier manera. Siempre sacándole punta hasta el tema menos intencionado. La Experiencia es un grado.
  ¡Ten cuidado con la gomita, que la vas a romper!  Le dije en algún momento de la comida.
  ¿A que vino eso?
  Pues mira, tampoco me acuerdo, pero me lo pasé fenomenal, se puso rojo como un tomate y no sabía dónde esconderse.
  ( ¡Ja, ja, ja, me apunté otro tanto y eso que me iba a comportar bien!).
  El chaval en todo momento supo guardar la compostura y con los capotes que le dio la Toñi, salió casi ileso de la comida, que de seguro no olvidará y eso sí, espero que no sea la última.
Pero en el fondo me alegro:
¡Se les ve tan enamoraditos!

Un beso para mi niña Alba.


José Pedro Porras Cano

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