07 enero, 2015

SOBRAMOS





 Estas vacaciones he tenido el gusto de relajarme y de conectarme con la naturaleza. Ya llevaba bastante tiempo sin poder sentir la energía que nos envuelve y gracias a mis padres lo he podido llevar a cabo.
  El sudor de una persona dedicada a su trabajo y a que no les falte nada a su familia, recuerdo las palabras de mi padre, diciéndome una y otra vez que estudiara y yo pasando del rollo “ de este viejo “, que largo se puede hacer el camino y cuan poquito lo sabemos aprovechar. Vete tú a saber lo que hubiéremos sido el día de mañana.
  Arrepentirnos, (No), sencillamente sería mejor y más fácil, lo único malo que siempre me pregunto es si con la elección de estudiar, hubiera conocido a la madre de mis hijos y a la mujer que comparte conmigo la vida.
  El destino es a veces tan raro, que es mejor dejarnos llevar por las circunstancias y volar.

  Pues bien, estábamos en el apartamento de mis padres en una parte perdida de Huelva a 24 grados de calor cuando en Benavente estaban a -5, una gozada.
  Playas kilométricas y afortunadamente vacías.
Alba y Héctor, gritando y disfrutando de la soledad de una playa desértica y enorme.
  Gaviotas sobrevolando nuestras cabezas y en esos momentos en que la calma chicha nos envolvía me pongo a mirar a sentir la soledad de aquellos instantes; a ver el equilibrio de la propia naturaleza, envuelta en el milagro de la vida y sabéis una cosa, una idea brutal me invade la cabeza.
  Ante la perfección de la vida, ante el equilibrio perfecto de la propia existencia, agua, océano, vida en el mas allá, arena virgen, atardeceres únicos llenos de colores, tan difíciles de describir como de volver a sentirlos (Únicos, preciosos y precisos), Armonía descomunal, tan llenos de vida. ALUCINANTES.  

   Si tal Belleza es posible, algo malo tiene que tener.
  El Hombre, el Odiado hombre que todo lo destruye y nada conserva, el consumista insoportable e imparable que lo está destruyendo todo a su paso. Ese animal feroz que nada respeta y todo le da igual.
  Sobramos, decididamente sobramos sobre la Faz de la Tierra y estoy seguro de que si no existiéramos no pasaría nada y La Madre Tierra sería mucho más feliz y podría seguir adelante. Somos dañinos y no sabemos conservar lo que nos brindan y estamos destrozándolo todo a nuestro paso.
  Todo lo que nos rodea, esa Naturaleza no nos pertenece y estamos acabando con ella.
  Una lástima.


   José Pedro Porras.

No hay comentarios:

Publicar un comentario