29 enero, 2015

GLOBOS



Globos

Lucia extendía como cada día los brazos por su ventana, mientras las finas gotas de lluvia atravesaban su mano, llevándola a lugares húmedos, su querida Escocia.
Ahora sola en Madrid veía las tardes de Otoño monótonamente pasar.
Ilusiones perdidas detrás de un montón de kilómetros, mientras inflaba una y otra vez sus pulmones, para rellenar con su energía sus globos, esos globos que cada tarde vendía (o intentaba vender en el Retiro).
Su piso más húmedo que su cuerpo y encima en la calle lloviendo, ahora como vendería sus globos. Pero aun así llena de recuerdos empezó a inflarlos, tanto infló que sus ojos se llenaron de verde, rojo y morado.
Cerró por un momento su conciencia y abrió tímidamente la ventana a ver lo que pasaba.
Los globos queriendo agarrar la libertad del cielo, empujaban a Lucía hacia la calle.

- ¡Quietos que todavía no os toca salir!

Pero eran tantas las ganas de libertad que un globo gordo, tan gordo como ella, violeta como las moritas de Septiembre, le empujó fuera, le arrastró hacia un Mundo lleno de risas de cuentos y de bombones rellenos de licor.
Le agarró tan fuerte, que Lucia aunque nunca había volado, cerró fuertemente los ojos y se dejó llevar, se dejó amar por ese globo tan gordito que tanto se reía de todo.
¿Feliz? No lo sé.
Aunque ese viaje hacia las estrellas, duró lo que dura el plástico que recubre el aire de sus pulmones y un buen día el globo violeta se desinfló y la dejó caer.
Lucía extendía sus redondos brazos, como queriendo coger un momento más aquella felicidad, pero caía, en una caída sin redes y sin más protección que sus sueños, sus ideas y unas ganas increíbles de volver a su país.
Por fin las nubes pasaron y podía salir a vender sus globos, tan llenos de ilusión, como de ganas de venderlos.
Sentada en su diminuta silla, gritando a pleno pulmón:

- ¡globos, globos de colores, globos llenos de amores y corazones!

Pero la tarde pasaba y después de tanta lluvia, poca era la gente que se atrevía a pasear por el Retiro.
Se aburría soberanamente y no veas como le dolía el culo.
Empezó a inflar más globos, para ver si le pasaba lo mismo que la peli de Up, donde ese señor mayor consiguió hacer volar su casa.
El viento, conocedor de sus ilusiones se hizo presente y cuando menos lo esperaba Lucía, salió volando con todos sus globos bien sujetos a su diminuta silla.
Lucía sonreía.
Ya no tenía miedo a volar, pues ya recordaba lo feliz que había sido con su globo violeta.
Pero esta vez era diferente, tenía bien amarrados  todos los globos a su destino y no se bajaría de ellos.
Río y se dejó llevar por ese viento danzarín que jugaba con su pelo, con sus sueños y con sus desnudos pechos.
Jugó y se enjuago su vida de ese enredado viento.
Subió a lo más alto y divisó a lo lejos su país, esa pequeña tierra Escocia, se divisaba a lo lejos.
Agarró con fuerza a su viento y se dejó hacer.
Cerró los ojos y recibió un beso.
Los abrió de nuevo y una cara tan redonda como la suya, le miraba.
Se reía y esa sonrisa la llevó a recordar.
Y con el recuerdo le entraron unas inmensas ganas de llorar.
Pero la cara tan redonda como la suya le habló y unas manos tan grandes como las suyas le abrazaron.

- ¡Madre!
- Tranquila mi niña que todo pasó.

El viento, volvió a acariciar su enredado pelo y en el oído dejó prendida una palabra.

- Te quiero.
- Gracias.

Lucía por fin puso los pies en la Tierra y dejó a todos sus globos en libertad.
Cientos de globos surcaron el cielo en busca de alguien que quiera volver a inflarlos y puede con ellos soñar un rato.

José Pedro Porras.

Este cuento es una transformación dentro del mismo, se puede leer de muchas maneras y siempre será la adecuada.
Es una historia de amor, de frustración de Lucía ante la vida y de las ganas de volver a su país.
Se descubren a primera vista dos amores, uno el globo violeta y otro el viento, el cual logra llevarla a su casa, pero si nos fijamos también hay más amores en su vida.
Le puedo dar mil vueltas al pequeño cuento y siempre me gustará más, espero que con esta aclaración sea más fácil su comprensión.

Un abrazo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario