04 diciembre, 2014

NECESIDAD DE VIVIR

  Esta historia que hoy 4 de Diciembre del 2014 cuento es una historia verídica, contada atraves del móvil, una historia dura y verdadera.
  Hay que saber escuchar y entender a las personas que nos rodean aunque sin criticar, pues no sabemos si nos encontráramos en el pellejo de esta persona ¿Qué es lo que haríamos?
  Desde este medio, quiero darle un fuerte abrazo y un par de besos y decirle que siempre puede contar conmigo, con el pesado de su amigo José Pedro.
  Espero haber sido bastante fiel a nuestra conversación.
  Eres el mejor amigo que nunca he podido tener.
  Gracias.

  Conversación:
  Necesidad de salir de este cuerpo que me agota, que no me entiende y que no aguanto.
  Como explicar la falta de libertad que tengo para llegar a cumplir todos mis sueños, si el cuerpo que Dios me ha dado no me acompaña, no me corresponde, ni quiere seguir conmigo.
  Mandé a la mierda al médico cuando me dijo que por dentro me estaba pudriendo, que estos granos asquerosos eran para siempre y que tenía una enfermedad que aunque me atiborrara de antibióticos, no podría quitármelos de encima.
  Beber, es lo único que me calma y encima me lo quieren quitar.
-      ¡No!.
  Me enfadé nuevamente con mi madre, con lo mucho que la quiero, no hacía más que apoyar a la doctora.
-      ¡Pero, madre!, no está escuchando que tengo una enfermedad incurable y que es para siempre.
-      Estas gordo y nada más que piensas en tu cerveza.
  “Esa cerveza, otra vez me ronda la cabeza “, gracias a la cual sigo el absurdo ritmo de esta vida, que ni quiero ni me apetece seguir viviendo.
  No en este cuerpo que no quiero, que no deseo ni me desean.
  ¡El deseo!, hace cuanto tiempo que ni se me empina, para que voy a desear nada.
  Pasan los interminables minutos en la consulta de la señora doctora, que respaldada por mi madre, me indica que deje todo:
1.     Que deje de fumar, pues gracias al humo mis poros se dilatan y se me producen más estos jodidos granos.
2.    Que deje de beber, que si no los medicamentos no me van a hacer nada.
  “¿Pero hasta cuando debo seguir tomándolos? “
-      Siempre. “Dice la señora doctora.
-      Siempre, ¿Pero cuando voy a volver a disfrutar de mi vida otra vez?
-      Pero hijo, hay más maneras de disfrutar de la vida, que no sea bebiendo.
“Pero ¿Cuál?, grita mi alma compungida, golpeada por esta desgracia.

  Salgo del médico, me voy a fuera a fumar un cigarrillo, mientras dejo a mi madre conversando con ella.
  Exhalo el humo de este tabaco, que ahora sé que no me va a matar.
  Pienso.
  Pienso mucho y quisiera dejarlo, dejarlo todo y no disfrutar de mis cervecitas, de mis cigarritos.
  Una vez, tuve una conversación con otro doctor, el cual si me entiende y este señor me pregunto por mi afición al alcohol.
-      Doctor, ¿Usted cree que soy alcohólico?
-      Pues mira te voy a hacer dos preguntas. 1- ¿Piensas en tu cerveza nada más levantarte?
-      Pues no, pienso en la que me espera cuando llegue a mi trabajo y en sacar al perro, pero en la cerveza no.
-      Y al acostarte, piensas en la cerveza. Necesitas la cerveza para dormir.
-      Pues no, me duermo del propio agotamiento y para nada necesito el alcohol para dormir.
-      Pues sencillo, Ricardo, no eres alcohólico, solo que en tus cervezas encuentras eso que te falta y gracias a ella te evades de todo, de tus problemas y de tus cosas.

  Pues entonces, no soy alcohólico, la cerveza me ayuda a seguir el día a día y encima me la quieren quitar.
  El tabaco, también me gustaría dejarlo y eso que llevo años detrás de ello, pero es un vicio muy difícil de dejar, me relaja tanto.

  Entro en la consulta y miro a mi madre, como ladea una y otra vez la cabeza para los lados, y a la señora doctora oculta detrás de esas gafas de maestra.
-      ¡Qué!, ¿Ya te has relajado?
-      Si madre
-      ¡Y!, ¿Va a empezar usted el tratamiento?
-      No.
-      ¡Pero hijo!
-      No, madre, no quiero empezar ni este tratamiento ni ninguno, quiero sufrir hasta el último de mis granos y morirme así, podrido por dentro.
-      Eso no es vida.
-      Menos vida es dejar los vicios que día a día me mantienen en pie y que gracias a ellos sigo
“Sigo en pie y no me he pegado un tiro, ni me he lanzado por un puente”
“Sigo en pie, porque estoy esperando el momento de irme a donde Eu, y disfrutar de mis cervecitas”
“Sigo en pie, porque dentro del alcohol olvido y este pequeño lapsus de vacío, me deja continuar adelante”.
“Prefiero seguir viviendo dentro de mi atormentado no alcoholismo, que atiborrado de pastillas, que no van a conseguir curarme, pues estos granos me acompañaran toda la vida”.

  Cierro la puerta y me voy.


  José Pedro Porras.

No hay comentarios:

Publicar un comentario