18 mayo, 2015

AGARRADO A TUS PECHOS




Duermo Agarrado a tus Pechos

Mi imaginación perdida surco el cielo
Recogiendo las vibraciones de la Tierra
Me deje caer entre las estrellas noctambulas.
Me envolvió la Nada, Negra, etérea.

Me bebí cada uno de tus besos
Me emborrache de tu ternura y te quieros
Cerré los ojos creyéndome muerto
Y empapado en sudor, me dejo.

Me acurruque entre tus senos
Ingrávido, caigo presa de un sueño
Cálido, amamantado de un extraño recuerdo.
Niño, que nunca ha dejado de serlo.

Se apoyaron mis cansados dedos
En la dorada arena del desierto.
Me acurruque temblando de miedo.
Inmensidad, que no entiendo.

Me dejé llevar aquella noche
Después de haber tocado el cielo.
Me invadió el sueño, agarrado a tu cuerpo.
Soy un granito de ese interminable desierto.

Se agarraron las olas del mar a mi cuerpo
Me inundaron mil preguntas, llenas de recuerdos.
Me dejé llevar por el vaivén de las olas en el desierto.
Se juntaron las estrellas, iluminando el cielo.

Se abrió la Nada en el camino hacia tu lecho.
Me amamantaron de nuevo tus pechos.
Succione, lamí, y aun así sigo seco.
Recorrí cada poro de tu piel

Me envenene del sudor de tu cuerpo
Me embravecí ante una lucha sin igual
Me abandone ante la locura de esos ojos negros.
Lloré, dulcemente lloré, implorando otro beso.

Me desazi en caricias.
Me entregue en alma y cuerpo
Me deje caer presa de un deseo
Cerré mi vida para entregártela en versos.

Ame, cual desdichado que no sabe hacerlo.
Se juntaron las arenas de los desiertos.
Me envolvieron las estrellas.
Te amé.

Lloré al no poder escribir lo mucho que te quiero.
Se enredan las lágrimas en mis manos ajadas por el viento.
Se vuelven brisa y sin querer miro de nuevo al cielo.
Me acurruco a tu lado y sediento de más amor me duermo.

Me acaricias antes de dormir el pelo.
 Desdichados tus labios se abren
Y en la cornisa de ellos dejas escapar
Un te quiero.

Sonrió, mientras me duermo agarrado a tus pechos.
Sueño con la Luna que con nosotros se ríe.
Y creo descubrir en sus ojos los tuyos negros.
Duermo agarrado a tus pechos.

Describo cada curva, cada momento.
Cierro los ojos para no verlo.
Me dejo llevar por el instinto de creerme dueño.
Se dejan para otro momento los sueños.

Infinito el desierto se abre.
Bajo la calidez de nuestro lecho.
Huracán arrasando en la tormenta
Que lleva de nuevo a tu cuerpo.

Locura, insensatez y lujuria.
Acaricio tus besos.
Muerdo, lamo, me dejo engullir por ellos.
Grito, y entre la nada surges de nuevo.

Amante.
¡Qué de Amor me muero ¡

José Pedro Porras Cano.









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