El dinero.
El dinero puede comprar una casa pero no un
hogar.
El hogar se gana
cada noche, cuando se pelean tus hijos por darte el primer beso, y el abrazo de
tu mujer después de un duro día de trabajo y te dice al oído agárrame que asi
me duermo mejor, una noche tras otra y así quizás una vida.
El dinero puede comprar un reloj, pero no
el tiempo.
Murió un señor con
un rolex en su muñeca, y nadie acudió a la ceremonia, mientras un barrendero
esperaba terminar el servicio para acudir otra vez a cuidar a su madre enferma
pues cada día que pasaba con ella sabía que podia ser el ultimo.
Se puede comprar una cama, pero no el
sueño.
Hay personas que
cambian su colchón sin apenas gastarlo, pensando que el problema de no dormir
lo tienen esa cama tan incómoda, ( no serán que sus consciencias no están
tranquilas y es eso lo que no les deja dormir ), mientras hay personas que
tristemente no pueden cambiar el colchón, y prefieren que sus hijos duerman lo
mejor posible y se levantan cada mañana con un terrible dolor de espalda, pero
ven esas caras aún dormiditas y con eso les es bastante, luego se toman un
paracetamol y a seguir currando. Pero eso si con una sonrisa.
Se puede comprar un libro pero no el
conocimiento.
Como ejemplo valga
un botón, mejor dicho un político de estos que ahora nos gobiernan, hay que ver
lo idiotas que son y lo poco que han leído, con lo fácil que sería arreglar las
cosas, simplemente sin su presencia sería suficiente.
El conocimiento se
adquiere con la edad, con el paso del tiempo y con quedarse horas y horas
escuchando , ( todo un arte, ¿ Quizás ? ).
Con el dinero se puede pagar un médico,
pero no la salud.
Por mucho dinero
que tengas, ningún médico te puede librar de la muerte, quien le toca le toca,
es igual que cagar, todos cagamos incluido el Papa, el Rey, y demás personitas
de a pie, cuando te llega, te llega y ya está.
Con el dinero se puede pagar una posición,
pero no el respeto.
Volvemos otra vez
al tema político, no es más venerado el que más manda, sino el que esta más
cerca de lo que sabiamente debe mandar, asi el pueblo le respetará y será el
mismo pueblo el que lo mantenga en su puesto, pues encontrará una tortuga que
no se ha subido al palo.
El dinero puede comprar la sangre, pero no
la vida.
Había una vez un
emperador Chino, de la dinastía Nimeacuerdo, que necesitaba todas las mañanas
un chute de sangre para poder seguir en pie, llego una mañana y tanto había cambiado
ya su sangre que esta misma inundó su cuerpo dejándolo hecho una bolsa de
donantes.
El dinero puede comprar el sexo, pero no el
amor.
Que se lo
pregunten a la puta que todas las noches sale a ganarse la vida y deja al
marido en la cama, a quien de todos quiere más.
Tiene que ser muy difícil
entregar tu cuerpo y dejar el alma atrás.
José Pedro Porras
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