Durante estas
vacaciones he tenido la oportunidad de reunirme en un centro juvenil con muchos
niños.
Resulta que estábamos
en Benavente y como siempre no teníamos Héctor, ni yo nada que hacer asi que
nos íbamos apuntando a todo lo que saliera. Descubrimos en un escaparate que había
un taller de improvisación y teatro y nos decidimos ir a ver lo que era eso.
Por la mañana
temprano llamamos al Centro y la Señorita se extraño y todo que nos inscribiéramos
y sobre todo tan temprano, nada más y nada menos que las 9 de la mañana.
Cuando llegamos al
Centro Juvenil nos dimos cuenta de que por que se había extrañado la señorita,
y es que no había casi niños y Héctor era el primero de la lista.
Después de esperar
un buen rato, empezaron a llegar niños hasta alcanzar el numero de 11.
Como la actividad
estaba muy bien, pregunté si podia quedarme y me dijeron que si ( yupi… , asi
no tenía que aburrirme de nuevo).
Nos lo pasamos en
grande, pero la monitora hacia más caso a su wasap que al grupo y aunque la
actividad duraba dos horas, a la hora y cuarto decidió que ya habíamos terminado.
“ – Vaya, con lo bien que nos lo estábamos pasando”.
Durante la clase,
me gané la confianza de aquellos niños e hicimos un grupito muy divertido, ( Ósea
que la clase al final me la quedé yo, gracias al movilito de la monitora ).
Tiempo libre
¿Qué hacer con 7
niños que te miran y esperan algo más de ti?, junto a Súper Héctor que estaba
entusiasmado con la clase.
- ¡Vamos a jugar a Burro!.
Vamos, vamos, lo bien que me lo pude pasar
jugando al burro y sobre todo con lo bien que funciona mi cabeza, viendo las
distintas personalidades que me rodeaban.
Los diseccione uno
a uno, vi los posibles problemas que tienen y durante 40 minutos disfrute
jugando con ellos.
Después de la partida me di cuenta de una
cosa que unía a todos, y es las ganas de pasarlo bien.
Estamos en una sociedad donde los niños no
cuentan, solo ( mayoritariamente ) están ahí y no se sabe qué hacer con ellos.
Educación.
La educación de estos niños, depende de
nosotros y gracias a las nuevas tecnologías, incluida la jodida televisión,
estamos perdiendo el tiempo en el cual nuestros hijos aprenden de nosotros y se
hacen mayores.
Las redes sociales en general, están haciendo
un estrago en toda la sociedad de una manera incalculable y están cambiando los
modos de comunicación de sentimientos, de las relaciones de todo tipo, que nos
lleva a una deshumanización tremenda y que no hacemos nada por solucionar.
Dejamos todo lo que nos rodea por estar el
mayor tiempo delante de esa pantallita, sin querer saber nada del mundo real.
Esos niños que jugaron conmigo “al burro”, tenían
una necesidad de pasárselo bien, de jugar, de expresarse, que eran tremendas.
Yo no sé como expresar lo mucho que odio
estas nuevas tecnologías, simplemente por el daño que hacen en toda la sociedad
que conozco.
A partir de ahora me voy a declara un
Ermitaño Tecnológico y no voy a estar en ningún circulo.
Escribiré mis cosas en mi blog, que será mi
sitio, para expresarme, para pensar, para colocar mis sentimientos y sobre todo
para lo que una vez lo cree.
Para
que el día de mañana Alba y Héctor, puedan leer lo que su padre vivió.
Un Gran abrazo para mis niños.
José Pedro Porras Cano. 12 de septiembre de 2015
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