¡Papa, mi novio viene a comer a casa!
Dijo mi niña y mi corazón se encogió de
golpe, no me lo podía creer, el momento con el que tanto habíamos bromeado, se iba
a producir.
¿Qué
hacer?
Nadie nos enseña el modo de comportarnos ante
tal eventualidad y menos lo que tenemos o no que hacer y cómo comportarnos para no dañar a tu niña y quedar como un
padre.
¿Padre?
Eso es lo que me pregunto yo. ¿Verdaderamente que es ser un Padre?
¡ Y tan viejo me veo, como esos padres que
salen por televisión! (yo creo que en estos momentos sería muy necesario ver algún
tipo de telenovela, donde a “El Padre”
le presentan por primera vez a “ el
novio de su hija.”
Como todo en esta vida, depende de la manera
en que nos lo tomemos y casi siempre las cosas me las suelo de tomar de manera humorística,
pues la vida es un chiste mal contado y
lo mejor es sonreír, o si no mejor: ¡Hacer
sonreír!
Y esa fue mi propuesta emocional ante tal
acontecimiento, pues si me hubiera vestido con traje y corbata y hubiera
tratado al novio de mi hija de una manera totalmente formal, seguramente se asustaría
(Pues serio impongo y mucho) y lo más seguro es que susodicho novio, no
quisiera volver a comer con nosotros (“platito que me ahorro”), y a la vez que
no veo al novio, tampoco veo a la novia, total que me quedo sin dos platitos o
sino sin dos personitas con las que pasar un buen rato.
Se quieren
y eso es lo importante,
¡Pero mira la cara
de enamorados que tienen los dos!
¿Cómo no voy a dar lo mejor de mí en esos
momentos?,
Así que después de
una mañana agotadora de visita al museo del ferrocarril con Súper Héctor y una
amiga, nos disponemos a comer y a pasar un buen rato.
¿Cómo le
pregunté por el color de sus testículos?
Pues mira, una cosa llevo a la otra y al
final el chaval se llevó la preguntita para casa, que de seguro no se le va a
olvidar el resto de su vida, o mientras esté con nosotros.
La comida había resultado de lo más animada y
yo me estaba intentado comportar lo mejor posible y reirnos todos juntos y pasar un buen rato.
Toñi le había comprado dos frutas grandes con
forma de huevo de dinosaurio, con preciosos colores verdes y morados, y no se
me ocurrió otra cosa, que si eso no se lo iba a comer, era mejor que se lo
llevara para casa.
¿Qué
cómo le pregunte por el color de sus testículos?
Pues mira, muy bien no me acuerdo, pero la
risa que nos seguimos corriendo a costa de ello, va a durar mucho.
También le comente no sé qué a Alba de la
gomita, pero solo ella supo coger la indirecta. Pues está acostumbrada al
dialogo súper rápido conmigo y el manejo del vocabulario de cualquier manera.
Siempre sacándole punta hasta el tema menos intencionado. La Experiencia es un
grado.
¡Ten
cuidado con la gomita, que la vas a romper! Le dije en algún momento
de la comida.
¿A
que vino eso?
Pues mira, tampoco me acuerdo, pero me lo
pasé fenomenal, se puso rojo como un tomate y no sabía dónde esconderse.
( ¡Ja,
ja, ja, me apunté otro tanto y eso que me iba a comportar bien!).
El chaval en todo momento supo guardar la
compostura y con los capotes que le dio la Toñi, salió casi ileso de la comida,
que de seguro no olvidará y eso sí, espero que no sea la última.
Pero en el fondo me alegro:
¡Se les ve tan enamoraditos!
Un beso para mi niña Alba.
José Pedro Porras Cano
Me parto...pobreeee con el pedazo hueso de la risa que ha ido a dar
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