Ayer por la tarde estuve en una peluquería donde
llevo prestando mis servicios como extintorero cerca de 19 años.
Me llamó el Sr. Juan diciéndome que su vecino
le había facilitado el contacto de otra empresa de extintores donde el precio
era bastante más bajo.
Después de hablar con Juan y convencerle para
que siguiera conmigo, me contó las razones por la cual estaba buscando de
alguna manera abaratar los costes de su peluquería.
Una peluquería de barrio de toda la vida
donde después de muchos años de lucha estaba viendo como sus “clientes” se
estaban yendo a otras peluquerías donde el precio era la mitad de la suya, no podía
entender como el pagando todos sus impuestos, estando al día de todas las cosas
que le pide la Comunidad de Madrid, no podía cortar el pelo a 4,5 euros y tenía
que seguir cobrando 11 euros y encima sin poderlo subir.
Conservaba los clientes, que no le importaba
el precio, pero poco a poco se iba viendo con menos gente en su peluquería y no
cubría gastos.
Nosotros mismos somos los que estamos matando
los comercios de siempre pues esta crisis que lleva ya 9 años y lo que te
rondaré morena, solo nos hace más pobres y con las mismas necesidades de antes
pero con menos dinero en la cartera, así que decidimos pasar del señor Juan, de
su trabajo como profesional y agachamos la cabeza para dejárnosla cortar por
otro cualquiera, sabiendo que nunca será lo mismo, pero hay que seguir adelante.
Lo mismo se podría aplicar a un montón de
oficios que se van perdiendo y desvirtuando porque no pueden absorber los
costes de otros que los tiran por los suelos, para ganar clientela quitándolos a
los de siempre.
Es lo que nos toca vivir, pero está situación
lo que nos hace es cada vez más pobre a todos los demás, ahogándonos en nuestra
falta de consumo o consumo cutre y asqueroso.
La que nos toca por vivir.
José Pedro Porras Cano.
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