La furiosa
tormenta, se olvidó de que para que ella existiera, debería antes aparecer una pequeña
gota de lluvia. Pues sin un principio, nunca puede haber un final.
¿Lógico, no?
Pues la tormenta
con sus rayos y relámpagos creció tanto y su egocentrismo fue tal, que se
olvidó de la triste gota para poderse realizar. Pensando que ella era única y
para nada necesitaría la ayuda de una diminuta gota.
Esto llevó a un
desorden en la vida humana, las personas
dejaron en ese momento de tener lágrimas en su corazón, pues no era ya necesario
llorar para poder sentir, llenándose sus
vidas de una monótona tristeza.
La risa quedó
olvidada en algún rincón, con miedo y temor a ser devorada por esta sin razón.
Junto a la pequeña gota de lluvia que temblaba a su lado.
Pero algunos
corazones, previstos de una coraza anti depresiones, fueron poco a poco
latiendo y se buscaron unos a los otros, para poder latir juntos. Rompiendo así
el miedo a una derrota por parte de tanta intransigencia y tan mal humor.
Para que el amor exista, debe de haber una
chispa.
Ese chasquido de Dos Mundos que se juntan
Se puede llegar a escuchar en todo el
Universo
Pero de la misma manera se pueden callar.
Ese silencio puede llegar a ser tan
doloroso
Que después de una vida, seguirá escogiendo
Como una herida mal curada
Que nunca se llega del todo a cerrar
La des-unión puede ser tan dura
Que ese silencio, calle el estallido del
propio Universo.
Pero de igual
manera como una vez explosionó, volverá a buscar a alguien que haga que su
corazón se mueva.
El Universo está
en constante movimiento y jamás se llega a parar.
Solo es el lapsus
de tiempo, el dolor, el sufrimiento
terrestre, este llega a relantelizarlo, pero nunca a pararlo.
Pues es sabido,
que siempre habrá fuerzas emocionales dispuestas a volverlas a agitar.
Nunca será igual,
pero será posible que nuestro corazón no se pare y siga bombeando.
Pues el misterio
que une a dos personas dentro del círculo del Amor, nunca se ha llegado a
explicar.
Amar es tan
sencillo y a la vez tan difícil, que bastará una simple gota de lluvia para
poder explicarlo.
José Pedro Porras
Cano.
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