Hace mucho tiempo
que no me meto en cuestiones de Política, pero vengo dándole vueltas a una cosa
que este articulo pesado me ha demostrado.
Todo lo que nos
está ocurriendo está de algún modo premeditado y está basado en movimientos
mera mente comerciales.
Somos como siempre
he dicho pequeñas hormiguitas, que alguien se está dedicando a mear para así controlarlo mejor.
Si nuestros
sistemas empiezan a fallar y el mero hecho de subsistir es lo que cuenta, pues
aceptamos cualquier cosa, agachamos la cabeza y tiramos para adelante con lo
que nos echen, pues desgraciadamente nos han sabido bien cargar con cosas
inecesarias muy variadas y de toda índole y para sobrevivir y llegar a fin de
mes cualquier cosa nos puede valer.
Este pensamiento
aplicado a una nación, a un país, también es válido, pues poco a poco sus
dirigentes se están quedando sin capitalización y dependen en casi toda su
medida a lo que digan los bancos y al final es siempre ellos el Poder Económico
el que dirige todo, me da igual que salga Pepito, o Menganito, nos da
absolutamente igual, porque no hay dinero y nos hace falta para seguir
adelante, cada uno dentro de sus posibilidades.
Entonces vienen
las Grandes Mentes Pensantes y dicen: Vamos a desestabilizar la Economía
Mundial y así hacer con Todo, lo que nos dé la gana.
Después de leer
estos tediosos artículos, te das cuenta de que para nada estaban desencaminados
mis pensamientos y que al final harán con el Hormiguero Mundial lo que les
venga en gana.
Mucho peor que si
nos hubiera ocurrido una Guerra Mundial, es simple, destrozamos Todo, a
nosotros no nos pasa nada, pues solamente dejamos de ganar más dinero, pero eso
sí, para luego duplicar o quintuplicar nuestros ingresos, a costa del
hormiguero o de lo que quede de él, ¿ para qué destrozar las infraestructuras,
edificios, carreteras y todo lo que han construido?, si con eso no vamos a
ganar más, será mejor hundir El Mundo, darle donde más le duele, para luego
satisfacer nuestras necesidades increíbles de dinero.
El Demonio se vistió
de Dinero y nos está meando encima.
José Pedro Porras.
Más que un tratado parece por tanto un lienzo, un panel de
nuestros miedos presentes y futuros. Como en un cuadro de Goya, sus detractores
invocan en él los desastres de la era moderna: precariedad, privatizaciones
masivas, alimentos transgénicos, fracking, cesión de la soberanía, productos
prohibidos (como el pollo clorado), dumping social (o cuando una empresa puede
contratarte en tu país bajo las reglas laborales de un socio con menor
protección social), energías sucias, malestar animal, desprotección del consumidor,
destrucción de la pequeña empresa al no poder competir contra gigantes, pérdida
de negociación de los sindicatos...
El objetivo del tratado TiSA sería el de controlar y coartar
la libertad legisladora de los Estados y las instituciones (desde Ayuntamientos
a colegios profesionales) contra todo aquello que pudiera suponer un
impedimento para los negocios de las multinacionales del sector Servicios.
Una de las cláusulas del tratado exigiría que los gobiernos
informaran de cualquier plan legislativo, leyes o normas que pretendieran
aprobar con antelación al resto de países del acuerdo, de forma que las
multinacionales podrían conocer sus planes y pedir explicaciones (que los
gobiernos estarían obligados a dar por escrito) y lo que permitiría que las
empresas afectadas pudieran tener tiempo para reaccionar y presionar en contra
de esas legislaciones.
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