Estas vacaciones he tenido el gusto de
relajarme y de conectarme con la naturaleza. Ya llevaba bastante tiempo sin
poder sentir la energía que nos envuelve y gracias a mis padres lo he podido
llevar a cabo.
El sudor de una persona dedicada a su trabajo
y a que no les falte nada a su familia, recuerdo las palabras de mi padre, diciéndome
una y otra vez que estudiara y yo pasando del rollo “ de este viejo “, que
largo se puede hacer el camino y cuan poquito lo sabemos aprovechar. Vete tú a
saber lo que hubiéremos sido el día de mañana.
Arrepentirnos, (No), sencillamente sería
mejor y más fácil, lo único malo que siempre me pregunto es si con la elección de
estudiar, hubiera conocido a la madre de mis hijos y a la mujer que comparte
conmigo la vida.
El destino es a veces tan raro, que es mejor
dejarnos llevar por las circunstancias y volar.
Pues bien, estábamos en el apartamento de mis
padres en una parte perdida de Huelva a 24 grados de calor cuando en Benavente
estaban a -5, una gozada.
Playas kilométricas y afortunadamente vacías.
Alba y Héctor, gritando
y disfrutando de la soledad de una playa desértica y enorme.
Gaviotas sobrevolando nuestras cabezas y en
esos momentos en que la calma chicha nos envolvía me pongo a mirar a sentir la
soledad de aquellos instantes; a ver el equilibrio de la propia naturaleza,
envuelta en el milagro de la vida y sabéis una cosa, una idea brutal me invade
la cabeza.
Ante la perfección de la vida, ante el
equilibrio perfecto de la propia existencia, agua, océano, vida en el mas allá,
arena virgen, atardeceres únicos llenos de colores, tan difíciles de describir
como de volver a sentirlos (Únicos, preciosos y precisos), Armonía descomunal,
tan llenos de vida. ALUCINANTES.
Si tal Belleza es posible, algo malo tiene
que tener.
El Hombre, el Odiado hombre que todo lo
destruye y nada conserva, el consumista insoportable e imparable que lo está
destruyendo todo a su paso. Ese animal feroz que nada respeta y todo le da
igual.
Sobramos, decididamente sobramos sobre la Faz
de la Tierra y estoy seguro de que si no existiéramos no pasaría nada y La
Madre Tierra sería mucho más feliz y podría seguir adelante. Somos dañinos y no
sabemos conservar lo que nos brindan y estamos destrozándolo todo a nuestro
paso.
Todo lo que nos rodea, esa Naturaleza no nos
pertenece y estamos acabando con ella.
Una lástima.
José Pedro Porras.
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