En mi trabajo te
sueles encontrar con situaciones lamentables que te hacen saber el valor de la vida misma.
Ese valor que para
nada tenemos, ni somos capaces de entender.
Pasa la vida y no
nos damos ni cuenta, pero cuando entras a una empresa de la de siempre y
preguntas por el encargado que te atiende y con el que has vacilado año, tras
año y te dicen que ha muerto, que un
buen día se fue para su casa después de terminar la jornada laboral y le dio un
infarto, con tan solo 46 años, un chico deportista y sin fumar, ni beber y con
una niña de ocho años a su cargo.
De repente la vida
te da un ostión para que recuerdes lo importante que es estar vivo, estar con
tu gente, con tu mujer y con tus hijos, con tus padres y amigos.
Saber el valor de
la vida no tiene precio y notar que estamos vivos, en lo bueno y en lo malo.
Todo es vida, y es lo que nos ha tocado vivir.
Terminé de
trabajar ese día lo más rápidamente que pude y me fui al Carrefour a comprar
y en un pis pas preparé una comida romántica para disfrutar con
Toñi.
- ¿Y esto por qué?, Dijo Toñi.
- Porque estamos vivos.
Desgraciadamente tengo
otra historia corta que contar sobre lo mismo y para nada voy a pasar de
olvidarla, ni de contarla.
Hace un tiempo a
eso de las dos de la mañana hubo una persecución entre un coche de la policía y
uno robado, con tan mala suerte que después de que la policía le estuviera persiguiendo
desde Puente de Vallekas, acabara estrellándose en la frutería del barrio, llevada por un
Indio.
Todos, pensábamos lo
mismo, pobre Indio, que acaba de abrir su negocio, cuando vuelva por la mañana ¿Cómo
se lo va a encontrar todo?, ¿Tendrá seguro, que se lo pueda cubrir? ¿Y ahora,
quien se hará responsable de todo esto?
Pues mira tú, las
casualidades de la vida, resulta que como siempre tenía mucha prisa, pues
llegaba Toñi y los niños y no me había dado tiempo a comprar algo de fruta y
paré en otra frutería que no era la de siempre.
Resulta que ahí también estaba trabajando el Indio.
Como nos conocíamos,
me puse a hablar con el de lo ocurrido la otra noche.
Y le pregunté las
mismas preguntas que Toñi y yo nos habíamos hecho después del accidente.
¿Y ahora quien va
a cubrir los desperfectos? Y cosas parecidas.
lo que me contestó
el Indio, me sorprendió.
(le llamo Indio,
porque no se su nombre y es de origen Indio),
pues me contestó de
manera pausada y clara, como saben
hablar ellos.
- Mira lo más importante de todo, es que
estamos vivos, que afortunadamente nadie estaba a esas horas en la tienda y no
tenemos que lamentarnos de ello.
Las
cosas se arreglan o se compran, ¿Pero la vida, no se puede comprar, ni arreglar?
Me quedé muy pensativo y ciertamente, lo más
importante de todo es estar Vivos, aunque parezca tonto, tan pocas palabras
fueron las necesarias para darme una lección.
Es la vida lo más importante de todas las cosas, que
las posesiones terrenales, que todo, que si nos falta la vida, no podemos seguir
disfrutado de ella, parece tan obvio y se nos olvida.
Gracias.
José
Pedro Porras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario