Hambre
Lucha de querer saber más de ti
Sed
Envuelto en tormentas de arena
Donde me falta tu respiración
Deseo
Envuelto en mil y un te quieros
Pájaros
Que no dejan de susurrar tu nombre
Que anidan descaradamente en mi sesera.
Longitud
De un sueño envuelto en las redes del amor
Pescador que lucha contra el mal tiempo
Dejándose las manos para poder seguir abrazandote.
Velas
Que izadas al viento se quedan paralizadas
al verte
Desnuda sobre nuestra desecha.
Aire
Que no me deja llevar mi barco a buen
puerto.
Gritos desesperados
Enriquecidos y dementes
Que acaban en silencios
Silencios atronadores
Que no callan la profundidad del Océano
Océano que son tus lágrimas
Al salir calientes de tu vientre
Roncas las cuerdas vocales de tanto
llamarte
Cae mi cuerpo rendido al suelo
Enterrando mis rodillas entre la arena de
aquel desierto
Que es ahora la profundidad de tu cuerpo.
Sexo que me llama a voces
Esperando volver a remar juntos
Sexo que me implora ser acariciado
Y olvidar cada suspiro ahí adentro.
Te agarran mis manos tus redondos pechos
Como naufrago que encontró un salvavidas
Para no perderse en la calamidad de esta
vida.
Tú te ríes y tus risas explotan en mi
cerebro.
Agarras mis manos secas de tanto trabajar
Y un tímido dedo se pasea por la comisura
de mi boca
Pidiendo un poco de silencio.
Tienes mi vida envuelta en tus caricias.
Tienes mi cuerpo prendido entre tu pelo.
Me sumerjo en los silencios de volverte a
amar.
Mientras el tiempo pasa lentamente
Por el resquicio de nuestra ventana.
Me abrazas con cariño, desnuda.
¡Se quedó el tiempo parado en aquel
instante!
Tuyo como siempre:
José Pedro Porras Cano.
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